Naturaleza Humana y Límites de la Cultura

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El Peligro del Relativismo Cultural

No es difícil imaginar una sociedad que, en nombre de su identidad cultural, decida excluir a quienes no tengan determinada pureza de sangre; o una cultura que exija sacrificios humanos a sus dioses; o aquella en la que la mayoría imponga la eliminación de los individuos que no alcancen un determinado grado de inteligencia o salud. De hecho, esos dramas terribles han sucedido en la historia. Pues bien, el relativismo cultural impide que encontremos un fundamento que permita una argumentación seria—racional—frente a esos legisladores.

Los Contenidos de la Naturaleza Humana

No todo lo humano es relativo o convencional. Pero tampoco todo lo humano es natural o absoluto. De este modo, la cuestión filosóficamente relevante no es si hay naturaleza humana, sino cuáles son los contenidos objetivos de esta naturaleza. ¿Cuáles son tales contenidos? Partimos de una definición del ser humano: animal racional. Contamos también con nuestra experiencia subjetiva: mi condición de ser alguien que no debería ser tratado nunca como medio, sino siempre como fin. Podemos suponer que lo que deseamos para nosotros deberíamos trasladarlo a todos los individuos de nuestra especie y que, por tanto, ante ellos tenemos la obligación de tratarlos como fines en sí mismos. De ahí nacen las normas básicas de acción:

Ejemplos de Culturas Inhumanas

  • Si una cultura acepta que determinados seres humanos se deben tratar como objetos (esclavos), que no son sujetos de derechos o que no merecen recibir una educación, podemos afirmar que tal cultura es errónea o inhumana.
  • Si una cultura justifica los crímenes desde el estado, busca empobrecer a otros pueblos para no perder su hegemonía o maltrata a sus ancianos o a los seres humanos en periodo de gestación, podemos afirmar que esa cultura es errónea o inhumana, etcétera.

El Rol de la Filosofía

En conclusión, la reflexión de la filosofía no supone tanto la propuesta de una serie de normas que haya que cumplir (eso es lo que hacen los hombres al redactar las leyes), como la necesidad de señalar los límites más allá de los cuales la sociedad se vuelve contra sí misma—contra la naturaleza humana—y cae en comportamientos injustos.

Naturaleza, Cultura y Educación

Hacer cultura no significa abolir la naturaleza, sino humanizarla. La cultura nos aparta de la inmediatez irracional del instinto. Así, por ejemplo, comemos usando cubiertos y platos porque es bueno transformar la necesidad de la alimentación en la acción de compartir racionalmente (en forma de conversación, de arte de la buena mesa, de servicio de unos a otros, etcétera). Al cultivar, el hombre domina los ciclos de la tierra y la hace productiva. Al «cultivarse», el ser humano escapa del primitivismo inconsciente y se desarrolla como humano. Naturaleza y cultura no se oponen, sino que se complementan. El arte de hacerlo se llama educación, que es, tal vez, el más elevado objetivo del filósofo.

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