El Neogoticismo y la Reconquista en la España Medieval: Condados Catalanes y la Paz de Dios

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El Neogoticismo y la Reconquista en la España Medieval

El Sentido Neogoticista de la Reconquista

Según la concepción neogoticista que se impone a partir del reinado de Alfonso III de León (866-910), la "reconquista" se entendía como la recuperación del territorio hispano, ocupado por los musulmanes desde el 711. Los reyes hispanocristianos, especialmente los de Oviedo (en la etapa del reino de Asturias) y posteriormente los de León y Castilla, se veían con el derecho y el deber de recuperarlo. El objetivo era la restauración política y religiosa de España a través de una acción bélica basada en la herencia política de la monarquía hispano-goda.

Desde el siglo XI, se incorpora el ideal de Cruzada (guerra santa contra el Islam), según el concepto europeo surgido entonces (cruzada de Barbastro de 1064, Concilio de Clermont Ferrand 1095), para justificar el avance frente a Al-Ándalus.

La idea neogoticista de "Reconquista" fue fundamental para la formación de la conciencia histórica hispana desde la Edad Media hasta tiempos recientes, en paralelo a la realización misma del ideal que preconizaba: la conquista y colonización de tierras ("conquistar es poblar").

Los Condados Catalanes y la Paz de Dios

El Abad Oliba de Santa María de Ripoll (obispo de Vich, conde de Berga y Ripoll, m. 1046) fue una figura clave como mediador en los conflictos surgidos en los territorios catalanes. Estos conflictos eran consecuencia de la feudalización política y la pérdida de protagonismo del poder público frente a los señores feudales que competían por los recursos del territorio.

Oliba impulsó el movimiento de la "paz y tregua de Dios" a través de la convocatoria de diversas asambleas eclesiásticas.

La Paz de Dios (desde 1027-1033)

Esta prohibición eclesiástica buscaba garantizar la seguridad de los sectores sociales más vulnerables y de espacios esenciales para la vida social (por ejemplo, mercados) ante el creciente clima de violencia señorial. Se estableció la sagrera como un espacio de 30 pasos alrededor de las iglesias donde toda persona era inviolable, bajo pena de excomunión.

La Tregua de Dios

Consistía en el cese de las hostilidades durante un período de tiempo, durante el cual nadie podía agredir a sus enemigos. Se prohibió construir castillos en determinados momentos del año. Inicialmente, se estableció desde la víspera del domingo hasta el lunes para respetar el día sagrado. Posteriormente, se amplió de viernes a lunes y a otras festividades del año.

En el contexto de la colonización interior, los límites y la caracterización social de la Cataluña Vieja vieron una transición del campesinado alodial (aprisio) hacia una sociedad feudalizada en el siglo XI.

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