Neoliberalismo y Educación: Impacto de las Políticas de Mercado en el Sistema Educativo
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Neoliberalismo y su Influencia en la Educación: El Pensamiento de Hayek
El neoliberalismo, con figuras como Hayek a la cabeza, promueve ideas que impactan directamente en la concepción de la educación. Algunas de sus premisas fundamentales son:
- La intervención del Estado distorsiona la eficiencia del mercado.
- La igualdad de oportunidades amenaza la libertad individual.
- El incremento del gasto público social desestabiliza la economía.
Los neoliberales critican el Estado de Bienestar, que entró en crisis en 1973 con la crisis del petróleo. A partir de ahí, el neoliberalismo ganó terreno con el ascenso de los conservadores, defensores de la no intervención estatal, excepto en áreas como la seguridad (policía y ejército). Proponen que el egoísmo individual impulse el mercado, generando así un bien público.
El Neoliberalismo en la Educación
En el ámbito educativo, el neoliberalismo ha introducido términos como "oferta pedagógica", "demanda de educación", "atención a padres y alumnos como clientes", "eficacia de la educación" y "competencia entre centros". El ideal neoliberal sería la desaparición de la escuela pública. En algunos países, se han implementado medidas como la libertad de elección de centro y el cheque escolar, aunque sin grandes avances demostrados en la calidad educativa.
Neoconservadurismo y Educación
Los neoconservadores, por otro lado, tienen una visión idealizada de la escuela del pasado, valorando la educación de calidad, la historia en el currículo y la necesidad de un Estado fuerte que intervenga en la educación a través de un currículo nacional, exámenes nacionales y la evaluación de centros (como la EvAU).
El Discurso Neoliberal y la Educación
El afán reformista del neoliberalismo no excluye a la educación. La principal propuesta es la privatización, argumentando beneficios como la reducción de presupuestos, la dinamización de las instituciones y la concepción del conocimiento como factor de producción. Se ha observado una privatización parcial, con una doble red de centros, donde, por ejemplo, en Inglaterra, la educación pública se limita a la educación básica, mientras que la educación de calidad queda relegada a la minoría que puede acceder a la educación privada.
Esta crítica a la escuela pública por su supuesta ineficacia podría llevarnos a una situación anterior a 1789, donde la educación perdería su carácter público y su concepción como derecho social, transformándose en una educación para consumidores en lugar de ciudadanos.
El Discurso de la Calidad
Para los neoliberales, la calidad se mide por el rendimiento de los centros y de los alumnos, dejando de lado la educación para todos y la desigualdad de partida de los estudiantes. Se impone una visión economicista de la educación, sin considerar elementos difíciles de cuantificar, como la formación general de los alumnos, los materiales didácticos o los procesos de enseñanza-aprendizaje. El único criterio son los resultados, sin espacio para la formación integral de la personalidad, la compensación de desigualdades o el derecho a la educación.
El Discurso de la Libertad de Elección de Centro
Ante la supuesta ineficacia de la escuela pública, se propone un mercado de bienes educativos. Padres y alumnos tendrían derecho a elegir, materializado en el cheque escolar, donde el Estado proporciona una cantidad de dinero promedio del coste de la educación. Las escuelas competirían por la calidad y presentarían un proyecto educativo. Sin embargo, este discurso no considera el papel de la escuela como estabilizador social. La dicotomía entre lo público y lo privado no debería ser excluyente, sino complementaria para cumplir la función social de la educación.
El Discurso de la Autonomía Institucional
Este discurso está estrechamente ligado a la libertad de elección y a la calidad. Partiendo de la crisis de la escuela, se le otorga autonomía para gestionar mejor los recursos y competir por los alumnos. La descentralización, tras años de centralización, pone el destino de profesores, centros y alumnos en sus propias manos, tanto en el fracaso como en el éxito. El mercado, a través de la calificación de "bueno" o "malo", determina el valor, pero ¿qué ocurre con los "perdedores"? El gobierno se desentiende, alegando que ha descargado responsabilidades. Sin competencia, no hay responsabilidad. El Estado solo aporta recursos financieros, por lo que la educación deja de ser un bien político para convertirse en un bien material.