Neurosis y Comportamiento: Una Mirada Profunda a sus Manifestaciones y Ganancias Secundarias
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La Personalidad Neurótica: Un Vistazo Profundo a sus Manifestaciones y Orígenes
La personalidad neurótica se refiere a un patrón de comportamiento y pensamiento caracterizado por la angustia, la ansiedad y la dificultad para adaptarse a la realidad. Aunque el texto original sugiere que el 95% de la población la padece, es importante aclarar que la neurosis, en un sentido clínico estricto, es un trastorno que afecta a una proporción significativa, pero no tan abrumadora, de la población. Sin embargo, es cierto que muchas personas experimentan rasgos neuróticos en algún grado.
Perspectivas Clásicas sobre la Neurosis
Sigmund Freud y la Angustia Neurótica
Según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, la neurosis se manifiesta en los individuos en forma de un enorme caudal de angustia. El individuo sufre y siente temor por su presente y futuro, desarrollando fobias y manías como mecanismos de defensa o expresión de conflictos internos inconscientes.
John Bowlby y la Teoría del Apego
Por su parte, el psicoanalista inglés John Bowlby consideraba que la neurosis resultaba de las experiencias tempranas de apego e independencia entre el niño y la madre, y no tanto de complejos inconscientes en el sentido freudiano. Bowlby enfatizaba cómo las interrupciones o deficiencias en el vínculo materno-infantil (como la separación temprana de los niños de sus madres) podían sentar las bases para el desarrollo de patrones neuróticos en la vida adulta.
Funciones Maladaptativas de las Conductas Neuróticas: Las "Ganancias Secundarias"
Las conductas neuróticas son, por definición, dañinas para las personas que las experimentan, impidiendo su funcionamiento normal y su bienestar. Entonces, ¿por qué se mantienen? ¿Qué "beneficios" o funciones, aunque sean indirectas y perjudiciales a largo plazo, le aportan a la persona que las sufre? Estas conductas a menudo proporcionan ganancias secundarias, permitiendo al individuo neurótico evitar tareas desagradables, responsabilidades o situaciones que percibe como amenazantes. A continuación, se presentan algunos ejemplos:
Apartar la responsabilidad de las emociones y atribuírsela a los demás
Si la persona neurótica culpa a otros de su infelicidad o de su situación actual, aleja de sí la responsabilidad de sus propios actos y emociones. Es mucho más sencillo atribuir la culpa a terceros y no abordar los problemas personales, lo que perpetúa un ciclo de inacción y victimización.
Evitar el cambio
Si otras personas son las responsables de cómo se siente el individuo, cualquier cambio se percibe como imposible, ya que la culpa de su estado recae en factores externos. Por ello, los demás también se convierten en responsables de su inmovilidad y de la falta de progreso personal.
Evitar riesgos
Al apartar de sí la responsabilidad, el individuo neurótico también evita correr riesgos inherentes al autoconocimiento y a la exploración de lo que hay más allá de su zona de confort. Esto lo mantiene en un estado de estancamiento, pero percibido como seguro.
Provocar que otros cuiden del neurótico
La falta de control emocional y la manifestación de conductas regresivas pueden ser una clara muestra de inmadurez o de una regresión a un estado infantil. Esto permite al neurótico permanecer en un estado de dependencia, buscando ser mimado, protegido y eximido de responsabilidades por parte de los demás.
La culpa como mecanismo de evitación
La culpa permite a los neuróticos evitar el presente, sintiéndose culpables por algo del pasado. Esto los inmoviliza, impidiendo que puedan realizar acciones productivas o enfrentar los desafíos actuales. En esencia, la culpa les sirve para eludir el enfrentamiento con el presente y sus demandas.
La culpa como pago por los errores
Existe la creencia social de que uno debe sentirse culpable por sus errores y que, si no lo hace, es una "mala persona". Por tanto, los neuróticos pueden buscar el perdón o la redención sintiéndose lo más culpables posible, lo que paradójicamente refuerza su patrón de comportamiento.
La preocupación como justificación de comportamientos
Las personas con comportamientos poco saludables a menudo los justifican con la preocupación. Por ejemplo, si alguien tiene un problema con la comida, es probable que coma más cuando está preocupado, lo que convierte la preocupación en una excusa conveniente para mantener estos comportamientos difíciles de modificar sin asumir responsabilidad.
La preocupación como muestra de afecto
Otra de las creencias compartidas por la sociedad es que una persona es cariñosa o atenta cuando se preocupa constantemente por los demás. Se tiende a pensar que si alguien no se preocupa por ti, no te quiere; o si no te preocupas por tu hijo, eres un mal padre. Esta percepción social refuerza la preocupación como una conducta «normal» y deseable, incluso cuando es excesiva o disfuncional, manteniendo así los patrones neuróticos.