Nietzsche: Afirmación de la Vida y Crítica al Nihilismo

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La Afirmación de la Vida

La vida es la naturaleza última de toda realidad. La vida es lo que se ama profundamente, pero también es lo que no puede definirse, lo que se escapa a los conceptos, lo que se "vive" y no lo que se "piensa". Por eso la vida se manifiesta como instinto espontáneo, lucha permanente y continuo cambio.

Siguiendo a Schopenhauer (1788-1860), Nietzsche considera que la vida es voluntad de poder, fuerza creadora, el deseo ciego de procrear y perdurar de la realidad. Esta voluntad de poder, de existir, recorre todas las manifestaciones de la realidad, desde las estrellas a las partículas de los cuerpos, desde la actividad de nuestro cerebro hasta la quietud de las piedras. Pero la voluntad es también origen del dolor, porque querer es fundamentalmente querer vivir y la vida es siempre incompleta y temporal, la vida tiene a la muerte como compañera inseparable.

Para Schopenhauer, el dolor de vivir, en que consiste la realidad profunda de la vida, puede ser mitigado hasta la negación de la voluntad de vivir a través del arte y de la vida ascética. Nietzsche, por el contrario, exalta la vida buscando liberarla de la opresión de la cultura, para alcanzar la esperanza en la historia como eterno retorno. La vida es un juego trágico en el que se enfrentan, en un proceso de generación y corrupción, vida y muerte, exaltación y dolor. Su filosofía es vitalista en la medida en que proclama la alegría de vivir, pero aceptar la vida es asumirla en su carácter trágico, sin enmascararla.

La vida no es accesible a la comprensión intelectual, sino mediante la intuición que penetra la esencia de las cosas. El arte y la poesía son el medio a través del cual aprehendemos la esencia originaria y profunda del mundo.

La cultura griega había asumido el carácter inexplicable y trágico de la vida humana, pero lejos de abandonarse al pesimismo se entregaba a una transformación del mundo y de la vida a través del arte. La expresión simbólica se desarrolla a partir de dos fuerzas estéticas que se combaten, pero que se necesitan: lo apolíneo y lo dionisíaco, representadas por los dioses Apolo y Dionisos.

El espíritu dionisíaco, de Dionisos, dios de la orgía, representa los valores de la vida, de la desmesura, la embriaguez mística y la anulación de la conciencia personal, es el símbolo de la vida que se desborda rompiendo las barreras y las limitaciones.

El espíritu apolíneo, de Apolo, dios de la belleza, representa los valores de la razón, la medida, el equilibrio y la individuación.

La lucha entre ambos representa el propio "juego trágico" en que consiste el mundo: vida y muerte, nacimiento y decadencia.

La grandeza de la tragedia griega es haber captado la síntesis creadora de las dos fuerzas enfrentadas entre sí: lo dionisíaco, que se manifiesta a través de la música y la danza, que corresponde al coro, y de lo apolíneo, que se expresa a través de la palabra y que corresponde a las figuras, a los personajes.

Será la figura de Sócrates el comienzo de la decadencia del espíritu griego presente en los filósofos presocráticos, que aceptaron la vida como misterio, con su carácter trágico pero sin pesimismo. En la filosofía socrática se rompe el equilibrio entre las fuerzas de la vida y la razón se impone sobre los instintos. Nace el predominio de lo apolíneo, de lo lógico, de la razón, que es incapaz de ver la vida, de intuirla como el fondo oscuro y profundo que fluye detrás de las figuras, tal como se revelaba en la tragedia griega.

Crítica a la Cultura Occidental. El Nihilismo

El nihilismo –del latín, "nihil", nada– es el término que define la historia de la cultura occidental: fundamentarse en nada. La historia de Occidente es la historia de una decadencia, de la negación (moral, filosófica, religiosa y científica) de los auténticos valores de la vida. Decadencia que tiene como consecuencia la "voluntad de nada". Este es el sentido negativo que tiene este concepto de nihilismo: constatación de la decadencia que caracteriza a la cultura occidental. En sentido positivo, el nihilismo reconoce la vaciedad de los valores tradicionales y los elimina para, a partir de la nada, poder construir valores nuevos.

En el cristianismo, Nietzsche encuentra encarnados los valores del nihilismo, el odio y el temor a la vida. Es el monoteísmo cristiano el que fundamenta la existencia de un mundo trascendente y vacío, fruto del resentimiento ante la vida.

El origen del nihilismo, entendido como negación de la vida, debe situarse en la filosofía griega, en Sócrates y Platón. Ellos representan el triunfo de la razón contra la vida, el triunfo de Apolo sobre Dionisos. La contraposición de los dos mundos platónicos sitúa al concepto, a la idea, como la auténtica verdad y lo auténticamente real, frente al mundo del devenir, imperfecto, cambiante y aparente. Nietzsche quiere desenmascarar este idealismo y demostrar que sólo el devenir es. No hay un mundo real distinto del que experimentamos por medio de los sentidos.

El triunfo de la razón es el triunfo del poder del lenguaje, del concepto frente a la intuición. La forma más básica de todo conocimiento es la intuición, el conocimiento directo, inmediato e individual, que nos proporciona nuestro sistema perceptivo, interno y externo. Y es la intuición la única forma de captar la vida.

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