Nietzsche y la Influencia Griega: De lo Apolíneo y Dionisíaco a Zaratustra
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Periodos Filosóficos de Nietzsche
Periodo Romántico o Noche Filosófica
Se inspira en la filosofía griega, especialmente en los presocráticos (sobre todo Heráclito), en Schopenhauer y en Wagner (a quien le dedica su obra El Nacimiento de la Tragedia griega en el espíritu de la música). Emplea un conocimiento que considera superior a la ciencia para acceder a la verdadera realidad. Considera el arte como el medio privilegiado para penetrar en la realidad, en el fondo nocturno de la existencia. Dionisio, dios de la noche y el éxtasis, y el poeta trágico son las figuras representativas de la actividad auténtica de la vida. La contraposición entre lo dionisíaco y lo apolíneo es el tema principal de esta etapa, que retomará más tarde. También destaca su obra Consideraciones Intempestivas.
Periodo Ilustrado o Mañana Filosófica
Rompe con el periodo anterior y se inspira en Voltaire y los ilustrados franceses. Adopta una postura más científica y crítica para argumentar que la moral, la religión y el arte surgen de instintos y errores ocultos. La figura central es el espíritu libre o el hombre liberado. Destacan obras como La Gaya Ciencia (que proclama la liberación del hombre) y Aurora (centrada en la crítica a la moral).
Periodo del Mensaje de Zaratustra o Mediodía Filosófico
Alcanza su máxima altura expresiva con Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie, donde describe conceptos centrales como el superhombre, la muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno retorno.
Periodo Crítico o Atardecer Filosófico
Desarrolla sus ideas principales y expone la parte más dura de su crítica. La figura es el filósofo a martillazos, que destruye los viejos ídolos y maldice al último hombre (símbolo de la decadencia), que precede al superhombre. En esta etapa, busca destruir los pilares de la filosofía occidental, la religión y la moral tradicional, para construir nuevos valores.
Conceptos Clave y Raíces Griegas
La Tragedia Griega: Lo Apolíneo y lo Dionisíaco
En El Nacimiento de la Tragedia, Nietzsche buscó el origen de la tragedia y de la cultura occidental a partir de dos impulsos estéticos y metafísicos fundamentales, que son dos modos de captar la realidad:
- Apolíneo (AP): Referencia al dios Apolo. Representa el ideal de belleza, medida, orden, serenidad, las artes plásticas (escultura, arquitectura). Es lo estático, el principio de individuación (la forma definida) y lo aparente (el mundo como representación ordenada). Se le atribuye la creación del mundo de la apariencia bella, que permite al ser humano soportar el caos subyacente. Lo apolíneo es una manifestación necesaria para velar y, a la vez, expresar lo dionisíaco.
- Dionisíaco (DI): Referencia al dios Dionisio (Baco). Representa el caos primordial, la desmesura, la embriaguez, la fusión con la naturaleza, la música y la danza. Es lo dinámico, lo instintivo, el fondo originario, caótico y sufriente de la existencia, la voluntad misma. El arte inacabado y, sobre todo, la música son sus expresiones más directas.
Estos dos impulsos, aunque opuestos, se necesitan mutuamente. Su tensión y fusión equilibrada conformaron la máxima realización de la cultura griega: la tragedia clásica (especialmente la de Esquilo y Sófocles). Sin embargo, Nietzsche considera que lo esencial y originario es el fondo dionisíaco, la fuerza vital primordial.
Zaratustra
Es el nombre que toma Nietzsche de un antiguo profeta y moralista persa (Zoroastro), convirtiéndolo en un personaje literario y filosófico con el que, en parte, parodia los escritos evangélicos. Zaratustra es presentado como un sabio ermitaño que desciende de la montaña para anunciar al pueblo sus enseñanzas fundamentales: que Dios ha muerto, la necesidad de afirmar la voluntad de poder, la doctrina del eterno retorno y la esperanza en la venida del superhombre como superación del hombre actual.
La Muerte de Dios
La famosa frase "Dios ha muerto" no se refiere a la muerte física de una deidad, sino que significa que los valores supremos (morales, religiosos, metafísicos) que habían guiado a la civilización occidental durante siglos, basados en la creencia en un Dios trascendente y un mundo suprasensible, han perdido su poder, su fundamento y su credibilidad en la cultura moderna. Esto implica que la sociedad de la época de Nietzsche es fundamentalmente nihilista (falta de valores fundantes) y decadente, al haber perdido los cimientos de sus valores antiguos sin haberlos reemplazado por otros nuevos y afirmativos de la vida terrenal.