Nietzsche: Muerte de Dios, Nihilismo y Superhombre
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La Muerte de Dios y el Nihilismo
Nietzsche certifica la muerte de Dios, pues han desaparecido los valores morales y los grandes conceptos que fundamentaban el concepto de Dios. El ser humano, al descubrir que Dios ha muerto, se queda desorientado, porque ha perdido sus valores y su vida carece de sentido. La consecuencia de este proceso es el nihilismo, que quiere decir voluntad de nada: el ser humano ha dejado de creer en algo para creer en nada.
Este nihilismo que renuncia a la existencia y genera un sentimiento de pérdida y odio hacia la vida lo calificaba Nietzsche de nihilismo pasivo. Es necesario salir de esto y pasar a un nihilismo activo, que derribe los valores negativos que forman la cultura y que debe suponer un paso para la llegada del superhombre, capaz de fundar sus propios valores.
El Superhombre
Para Nietzsche, el ser humano de su época es un ser desorientado, incapaz de crear nuevos valores. Lo que el ser humano debe hacer es convertirse en superhombre. Este es el que lleva a cabo la transvaloración de los valores, situándose más allá del bien y del mal y recuperando la inocencia del devenir.
El paso de la conciencia del ser humano a la conciencia del superhombre lo representa Nietzsche mediante un símbolo que expresa tres transformaciones del espíritu:
- El camello: es el animal que se arrodilla para aceptar la pesada carga del "tú debes". Representa al ser humano que se arrodilla ante Dios y la ley moral.
- El león: es el animal que se niega a aceptar la carga de los valores morales.
- El niño: es el símbolo del sí a la vida, que valora lo corporal, el placer, las pasiones, ama el poder y acepta la necesidad de una jerarquía, libre del igualitarismo, al que llama la "democracia de los débiles".
El Eterno Retorno
Nietzsche entiende el tiempo de un modo circular: todo lo que ocurre volverá a repetirse eternamente. El eterno retorno implica un amor al destino, no solo soportar lo que es necesario sino amarlo. El superhombre acepta la existencia del tiempo, con su generación y corrupción, y convierte el tiempo en su propia creación.