Nietzsche: El Superhombre, el Eterno Retorno y la Revalorización de los Valores

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Los hombres más lúcidos, los que conocen la muerte de Dios, son los que preparan la venida del Superhombre. Nietzsche considera que el espíritu se reduce a un mero organismo en el que actúan dos fuerzas:

  • Las fuerzas activas: Se refieren a la pura afirmación del cuerpo, a las conductas fuertes de dominio. Son dominadoras.
  • Las fuerzas reactivas: Son dominadas y se oponen a la espontaneidad natural del organismo.

Con este planteamiento, el cuerpo no es más que la tensión entre estas dos fuerzas opuestas, para las que no tienen cabida el bien y el mal tal como los considera la moral y la conciencia cristiana. Por este motivo, el Superhombre se sitúa más allá del bien y del mal.

El Superhombre: Metamorfosis y Características

En este proceso de metamorfosis, el hombre actual es una fase anterior al Superhombre y debe ser superado. Pero la grandeza del hombre reside precisamente en que sea un puente entre el animal y el Superhombre, en que sea un abismo y una caída.

De este modo, el Superhombre:

  • Es el hombre nuevo que atraviesa ese abismo, que no pretende comprender el significado del mundo, sino que quiere imponerle él mismo su propio sentido.
  • No acepta la idea de Dios; su fidelidad está enraizada en la tierra. En consecuencia, niega el mundo trascendente y no cree en ningún más allá ni en la inmortalidad del alma.
  • Supera al hombre porque se da a sí mismo sus propios valores morales, vive en el presente, en la realidad y se constituye a sí mismo como medio para crear una humanidad superior.

El Eterno Retorno

Es la expresión cósmica del impulso dionisíaco por el que la vida se exalta a sí misma. De hecho, la fórmula del eterno retorno refleja el valor de la vida y la importancia del devenir en el mundo. Heráclito y los estoicos fueron quienes, a partir de la idea de una estructura cíclica del tiempo, concluyeron que cada ciclo temporal debía nacer y desarrollarse de manera igual a los anteriores. Nietzsche retoma esta idea y considera que en el mundo todo debe repetirse exactamente.

Con ello, refuta la idea de que el universo tenga una finalidad. Para Nietzsche, no hay nada que invite a percibir el tiempo hacia delante, como no hay nada más allá de este mundo terrenal.

En este sentido:

  • Zaratustra es el profeta del eterno retorno: nos invita a ser fieles a la tierra, a decir sí a la vida cada instante, tal como exige la voluntad de vivir.
  • El tiempo es cíclico: Se trata de una repetición de lo mismo, que se destruye y se recompone continuamente. Lo que cuenta es el instante.

Al afirmar que la esencia del tiempo es la repetición, al suprimir pasado y futuro, al enseñar que cada instante comienza todo de nuevo, Nietzsche quiere aprehender el mundo en su totalidad, como unidad de todas las cosas.

En su eterno girar, el eterno retorno simboliza:

  • Una vuelta a la mentalidad arcaica anterior al cristianismo, que tenía una concepción cíclica del tiempo.
  • La anulación del sentido de la linealidad del tiempo, puesto que un tiempo lineal nos proyectaría hacia delante, hacia un ilusorio trasmundo, como hace el cristianismo.
  • La comprensión de que todo está destinado a repetirse cíclicamente infinitas veces del mismo modo.
  • La aceptación de que la vida deja de ser una cadena de sucesos irreversibles y de que la muerte sea el fin de todo.
  • La liberación de la angustia por no aprovechar al máximo el tiempo que tenemos concedido.
  • La aceptación del amor fati, el amor del destino. El no querer que nada sea distinto de lo que es, ni en el pasado, ni en el futuro, ni en toda la eternidad.

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