El sí de las niñas: Análisis del contexto histórico y literario de la obra de Moratín
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 2,89 KB
El contexto histórico y literario de El sí de las niñas
La obra del siglo XVIII que he leído es El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín. Esta pieza teatral pertenece al Neoclasicismo, movimiento que triunfó en España durante el siglo XVIII.
El sí de las niñas, estrenada en 1806 con gran éxito de público, es la obra más representativa del teatro español del siglo XVIII. La comedia se escribe en un momento histórico en que la cultura española se divide entre las ideas conservadoras, representadas por los tradicionalistas, seguidores del Antiguo Régimen, y los reformadores o ilustrados, defensores de las ideas liberales que se estaban difundiendo en toda Europa. A este último grupo hay que vincular al autor y a la obra que comentamos.
En cuanto al contexto literario, la obra se estrena en un momento en el que la mayoría de los estrenos teatrales son de obras posbarrocas, ya muy decadentes: obras muy efectistas y vacías de contenido. Ignacio Luzán, en su Poética, propondrá una vuelta a la moderación escénica, fundamentada en obras que se centren en retratar la sociedad contemporánea, con una finalidad didáctica y con una estructura sometida a las tres unidades dramáticas.
Aspectos destacados de El sí de las niñas
El sí de las niñas aborda el tema del matrimonio de conveniencia que Doña Irene concierta para su hija Francisca con el cincuentón D. Diego. Moratín aprovecha esta situación de la vida real para tratar el tema del matrimonio por interés y defender la libertad de la mujer para elegir cónyuge. Este tema, que tanto le preocupaba por haber vivido una experiencia similar, ya lo había tratado en El viejo y la niña y volverá sobre él en El barón. Esta cuestión es un ejemplo del reformismo ilustrado y de la modernización de la sociedad que tuvo lugar en esta época.
El autor sitúa toda la acción en una posada de Alcalá de Henares, y respeta también la unidad de tiempo y acción. Esta apuesta por la sencillez y la claridad también se refleja en el lenguaje llano con el que está escrita la obra, lo que refuerza su carácter didáctico.
En la posada se encuentran Doña Irene y su hija Doña Francisca, y Don Diego, acompañados de sus criados. Doña Irene ha acordado la unión, que se celebrará en breve, y para ello ha sacado a su hija del convento en que residía. Francisca, a pesar de que se empeña en satisfacer a su madre debido a la educación recibida, no quiere casarse con su pretendiente, porque está enamorada de Don Carlos, sobrino de Don Diego. Don Diego, al enterarse de los deseos de la chica, cede en sus pretensiones y da su aprobación a la unión. Así, Moratín hace valer la razón, depositada en la figura de la autoridad, y resuelve el conflicto con una solución que deja contentos a todas las partes.