La Novela de Valle-Inclán: Evolución del Modernismo al Esperpento

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IV. La Novela de Valle-Inclán: Del Modernismo al Esperpento

Valle-Inclán (1866-1936) escribió poesía, teatro y novela, siempre con una actitud renovadora y antirrealista. Suelen distinguirse asimismo dos periodos en su producción: el modernista y el de los esperpentos.

El Periodo Modernista: Las Sonatas

La primera contribución importante de Valle-Inclán a la novela son las Sonatas: Sonata de otoño (1902), Sonata de estío (1903), Sonata de primavera (1904) y Sonata de invierno (1905). Las Sonatas se inscriben en la órbita de la literatura modernista por el mundo aristocrático y decadente que recrean, así como por el lenguaje cuidado y musical en que están escritas, expresión pura de los postulados formalistas.

Transición y La Guerra Carlista

Su segunda época se sitúa también dentro del Modernismo, pero tiende a superarlo al historizar sus novelas, quizá por una insatisfacción que le produjo el formalismo puro. Escribe su trilogía de La guerra carlista (1908-1909), compuesta por Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño. En este caso, el protagonista, más vital, y el narrador ya se encuentran distanciados; existe más trama, más acción y más movimiento, aunque el mundo metafórico sigue persistiendo.

El Esperpento en la Novela

En Luces de Bohemia, estrenada en 1924, el autor formula la definición de uno de sus hallazgos más preciosos y geniales: el esperpento. Esta estética del esperpento, que desarrollaría en su producción teatral, basada en la ridiculización de personajes y la deformación de la realidad, se inicia en la novela con Tirano Banderas (1926), retrato grotesco de un dictador hispanoamericano, y concluye con la trilogía inacabada del Ruedo Ibérico, iniciada en 1927.

En estas obras, el autor no ve mejor camino para acercarse a la realidad que deformarla, distorsionarla hacia el dominio de lo grotesco y del humor negro. Así, en Tirano Banderas, Valle-Inclán condena el abuso del poder personal absoluto, mientras que las tres novelas que conforman Ruedo Ibérico constituyen un relato esperpéntico y satírico de los últimos años del reinado de Isabel II.

Con la sociedad española de la época como protagonista, los acontecimientos históricos se presentan como instantáneas tomadas desde varias perspectivas: la corte isabelina, los salones de la aristocracia y los ambientes populares y callejeros.

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