El Nuevo Orden Europeo: Restauración, Congreso de Viena y Alianzas del Siglo XIX
Clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 4,75 KB
La Restauración Europea y el Nuevo Orden del Siglo XIX
1.1 Hacia una Restauración Moderada
El siglo XIX traería grandes cambios en Europa, marcados por la aparición de los nacionalismos y la reconfiguración del mapa político tras las Guerras Napoleónicas. El Congreso de Viena, celebrado en 1815, tuvo como objetivos principales asentar un orden estable y evitar el retorno de la revolución. Es importante destacar que no se aplicaron medidas humillantes a Francia, ya que las reformas implementadas por Napoleón estaban demasiado consolidadas para ser eliminadas por completo.
En Francia, Luis XVIII de Borbón otorgó una constitución moderada, respetó a la nobleza creada por el Imperio y no devolvió bienes a la Iglesia ni a la antigua nobleza. Los políticos más lúcidos de la época sabían que el cambio era inevitable, aunque se pudiera retrasar. Se intentaba evitar a toda costa nuevos sobresaltos revolucionarios. Como bien señaló Tocqueville, el campo de batalla sería la propiedad. Más adelante, Bismarck propondría la "revolución desde arriba", una estrategia para implementar cambios controlados por el poder establecido.
1.2 El Congreso de Viena (1815)
En 1815, en Viena, los representantes de las principales monarquías europeas sentaron las bases territoriales y políticas de la Restauración europea. Se reunieron las naciones vencedoras: Austria, Prusia, Gran Bretaña y Rusia, a las que se sumó la nueva Francia. También asistieron España, Portugal y Suecia como aliados menores.
Durante estas reuniones, se acordaron una serie de resoluciones que condicionarían la política europea durante décadas:
- El Imperio Austriaco se aseguró una fuerte influencia en la península italiana, obteniendo el Reino de Lombardía-Venecia y colocando príncipes austriacos al frente de los ducados de Parma, Módena y Toscana.
- Se decidió el retorno de la familia de los Borbones al Reino de las Dos Sicilias y se confirmó la existencia de los Estados Pontificios en la zona central de la península.
- Rusia obtuvo Finlandia y el zar la corona de Polonia.
- Prusia aumentó significativamente su territorio con la incorporación de Sajonia, Pomerania, entre otros.
- Holanda, Bélgica y Luxemburgo formaron el Reino de los Países Bajos.
- Suecia incorporó Noruega.
- Dinamarca incorporó los ducados de Holstein y Lauenburgo.
- En Alemania se estableció la Confederación Germánica, compuesta por 41 estados diferentes.
Austria y Prusia eran los poderes dominantes en esta confederación y, junto con Rusia y Gran Bretaña, fueron las naciones más beneficiadas por el Congreso de Viena.
1.3 La Santa Alianza y la Cuádruple Alianza
La Santa Alianza fue un acuerdo inicial entre Rusia, Austria y Prusia. Sin embargo, sería transformada en una realidad práctica por el ministro austriaco Metternich, dando origen al llamado "Sistema Metternich". Este sistema implicaba la posibilidad de intervenir militarmente en cualquier país contra movimientos liberales y revolucionarios, buscando mantener el statu quo monárquico y conservador.
Otro pacto crucial fue la Cuádruple Alianza, suscrita por Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra. Esta alianza, más eficaz y realista que la Santa Alianza, se convirtió en el verdadero árbitro de la situación internacional. Dio origen a la "Práctica de los Congresos", que preveía la celebración periódica de conferencias para mantener la paz y hacer respetar los intereses comunes de la Europa de la Restauración.
Los congresos, que se desarrollaron entre 1818 y 1822, discutieron las medidas a tomar frente a las inquietudes y desórdenes de carácter liberal o nacionalista. Los principales fueron:
- El Congreso de Aquisgrán (1818)
- El Congreso de Troppau (1820)
- El Congreso de Verona (1822)
A pesar de estos esfuerzos por mantener el orden, los movimientos sociales y políticos comenzaron a socavar el orden establecido por la Restauración en Francia. En Prusia se implementaron reformas "desde arriba" para evitar estallidos revolucionarios. En Rusia, el zar mantenía una postura firmemente contrarrevolucionaria y antiliberal. Por otro lado, en Gran Bretaña funcionaba un sistema político parlamentario, lo que le otorgaba una dinámica interna diferente al resto de las potencias continentales.