Obras Maestras del Arte Español: Ribera, Murillo y Gaudí

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Martirio de San Felipe (Ribera)

Esta obra representa los preparativos de la tortura de San Felipe, quien, después de la muerte de Jesús, marchó a predicar entre los paganos de Frigia (actual Turquía). Estos decidieron darle muerte, atándolo a una cruz con cuerdas. Destacan los violentos escorzos. El santo, atado, muestra su resignación, mientras a su lado los verdugos se disponen a atarlo e izarlo a la cruz. A derecha e izquierda, grupos de personas observan la escena, algunos con una actitud indiferente, como la mujer con el niño.

Resalta la monumentalidad de las figuras, especialmente la del santo. Los colores son oscuros, destacando el rojo intenso de la vestimenta de uno de los verdugos. En la parte superior, el cielo es amplio, y las cuerdas y la cruz guían la vista fuera del lienzo. Se trata de una obra de madurez de Ribera, donde abandona casi por completo el tenebrismo, demostrando una mayor luminosidad. Refleja los tensos preparativos para el martirio, con el santo abandonado a la resignación. La composición es un juego de diagonales y horizontales.

La Sagrada Familia (Murillo)

El protagonista es el Niño Jesús, iluminado por un potente foco de luz procedente de la izquierda, que provoca contrastes marcados entre luces y sombras y deja el fondo en total penumbra, sobre el que se recortan las figuras. Junto a San José, se vislumbra el banco de carpintero. Destaca el cromatismo suave y la armoniosa combinación de tonos.

Murillo emplea tintes cálidos que van desde el rojizo del vestido de la Virgen al pardo del atuendo y el amarillo anaranjado del manto de José, sobre un fondo de color ocre oscuro donde aparecen las herramientas, el argadijo y el banco de carpintero. La total ausencia de elementos divinos o celestiales sitúa la obra como una escena profundamente familiar. Las figuras son elegantes pero no dejan de ser totalmente realistas. Llama la atención el ambiente cotidiano: el interior del taller de José es el escenario de una dulce escena familiar en la que el Niño juega con el perro y el pajarito.

Casa Milà (La Pedrera) de Gaudí

Construida en el siglo XX en el Ensanche de Barcelona, la Casa Milà se ubica en el Paseo de Gracia. Consta de cinco pisos más el ático. Por su aspecto casi troglodítico, parece como si las distintas habitaciones, que se abren al exterior por medio de ventanas y balcones, se hubiesen excavado en la roca viva.

La estructura está hecha de hormigón armado y utiliza el hierro forjado, los mosaicos y el vidrio en la decoración y el revestimiento exterior. En cada vivienda, hay una distribución interior diferente, con ángulos obtusos y agudos y paredes ondulantes. La misma ondulación también se aprecia en el tejado, rematado por unas chimeneas fantásticas. En un principio, estaba pensada para ser habitada por familias de la alta burguesía barcelonesa, pero hoy en día es un centro cultural.

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