El ocaso del general: Un viaje a Honda entre sombras y recuerdos
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La llegada a Honda y la bienvenida
En este capítulo se narra la llegada del general a Honda. A pesar de que se pidió que no hubiese manifestaciones públicas, lo recibió una bonita cabalgata en el puerto. El gobernador Posada Gutiérrez mandó a pedir músicos y juegos de pólvora, pero la fiesta la arruinó una enorme nube negra que se aproximaba hacia la ciudad. A pesar del calor que hacía, el agua estaba desbordando la calle y los barrios pobres. El calor seguía aún, y el general, el cual estaba muy enfermo, logró soportar la bienvenida oficial.
La niña del poema
Una niña le recitaba un poema al general, pero se equivoca y no se acuerda de lo que sigue. Ella mira al general fijamente, y este muestra una sonrisa hacia ella. La niña logra recordar lo que sigue.
Reflexiones y noticias de Santa Fé
El general se retira temprano de la bienvenida y empieza a formularse preguntas con respecto a lo que había dejado atrás: "¿Cómo será la ciudad con un gobierno diferente al mío?", "¿Cómo será la vida sin mí?". José Palacios, quien lo acompañaba, estaba contestando sus preguntas.
Luego llega una carta del Mariscal de Sucre y también una carta escrita por el presidente Caycedo. La noticia era que en Santa Fé de Bogotá nada podía ser mejor: había un enorme sol brillando, ya había escampado. Todos eran felices, todos comían felices. La lectura de la carta fue interrumpida por el gobernador Posada Gutiérrez, el cual le dijo que ya nada en el mundo podía malograr su gloria.
El silencio de Manuela Sáenz
Manuela Sáenz no le había respondido sus correos debido a que esta tenía instrucciones terminantes de no recibir sus cartas.
Las minas de plata y el baile de vals
El general es invitado a un paseo por unas minas de plata de Santa Ana. Fue muy extraño que el general aceptara la invitación y más aún que descendiera a tierras subterráneas.
El general es invitado a un baile de vals. En una habitación, después de tomar un baño tibio, queda inmóvil en la hamaca escuchando la bonita canción que sonaba en el baile. El general le pregunta a José Palacios si recuerda ese compás, silbó varias veces imitándolo, pero él no logró identificarlo. El general se levanta y se dirige al baile donde baila hasta cansarse con todas las parejas de la fiesta, la misma canción, la cual él mandaba a repetir.
El encuentro con Miranda Lindsay
Luego de salir de ahí le llegó la información de que estaba siendo esperado en la sala de visitas por una mujer que era elegante y exhalaba una fragancia primaveral. Estaba vestida con terciopelo. Llevaba un sombrero y velo de seda.
El general la reconoció asombrado como Miranda Lindsay, y efectivamente era ella. Se habían conocido hacía 15 años. A pesar de la belleza de Miranda, el general estaba demasiado inmerso en sueños y muy pendiente de otra para fijarse en nadie.
La cita peligrosa y el trágico desenlace
Miranda invitó al general a un lugar para que se vieran ellos dos solos sin compañía el sábado siguiente a las nueve de la noche. Esto era muy peligroso para él debido a su enfermedad, ya que no debía andar solo por ahí sin cuidados de nadie.
El general aceptó la invitación y se encontró con Miranda. Supo que él debía tomar la iniciativa en seducirla e intentó besarla, pero ella, al sentir su aliento caliente en la cara, lo esquivó y le dijo que todo se haría a su tiempo.
Cuando el general regresa a su casa, encuentra a su amigo Félix Amestoy muerto y desangrado en la hamaca donde él hubiera estado de no haber sido por la falsa cita de amor. Él trató de agradecerle, pero ella nunca respondió. Miranda no volvió. El general partió para irse para siempre de la ciudad en un buque de vapor.