El Ocaso de la Monarquía y el Nacimiento de la Segunda República Española
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De la Dictadura de Primo de Rivera a la Segunda República
La Transición Fallida: La 'Dictablanda' de Berenguer
En enero de 1930, Primo de Rivera presentó su dimisión ante el rey Alfonso XIII y fue sustituido al frente del Gobierno por el general Berenguer, quien debería encabezar un proceso de transición política encaminado a volver a la normalidad constitucional del régimen de la Restauración. No obstante, la lentitud de sus reformas y el rechazo que generaban en buena parte de la sociedad la continuación de la monarquía y el regreso de la Constitución de 1876 se tradujeron en episodios como el Pacto de San Sebastián, la Sublevación de Jaca o la creación de la Agrupación al Servicio de la República.
El Fin de la Monarquía y la Proclamación de la República
En este contexto, en febrero de 1931, Alfonso XIII destituyó a Berenguer y encargó la formación de Gobierno al almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales para el día 12 de abril. Estas se saldaron con la victoria de las candidaturas republicanas y socialistas en 41 de las 50 capitales de provincia. Solo dos días más tarde, el 14 de abril, numerosas ciudades españolas proclamaron la Segunda República y Alfonso XIII marchó al exilio.
El Gobierno Provisional y las Cortes Constituyentes
El poder quedó entonces en manos de un Gobierno Provisional presidido por Alcalá-Zamora e integrado por los líderes de los partidos representados en el Pacto de San Sebastián, que convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el día 28 de junio. Estas elecciones fueron celebradas por sufragio universal masculino, pero como novedad, las mujeres pudieron presentarse como candidatas y dos de ellas, Clara Campoamor y Victoria Kent, resultaron elegidas diputadas. En las urnas triunfaron los grupos republicanos de izquierda y los socialistas del PSOE, al tiempo que la derecha monárquica y católica, que se había presentado desorganizada, pasaba a ser minoritaria.
La Constitución de la Segunda República Española (1931)
En los meses siguientes, las Cortes debatieron sobre múltiples aspectos de la nueva Constitución. Dada la composición del Parlamento, esta no fue fruto del consenso entre todas las fuerzas políticas, sino que reflejó los valores laicos e izquierdistas de la mayoría.
La Constitución de la Segunda República Española, aprobada el 9 de diciembre de 1931 y vigente hasta el final de la Guerra Civil el 1 de abril de 1939, establecía en España una república laica y democrática, sentaba las bases de una amplia reforma socioeconómica y abría la vía para una descentralización en la organización territorial del país.
Rasgos Principales de la Constitución de 1931
- Soberanía popular: Se extendió el sufragio y los derechos políticos a todos los ciudadanos. Al precisar que los poderes “emanan del pueblo”, los redactores trataron de distanciarse de la soberanía nacional recogida en varias constituciones anteriores, en las que el acceso a las instituciones había estado limitado a las élites socioeconómicas.
- Sufragio universal: Se estableció para hombres y mujeres mayores de 23 años. Se trata, por tanto, de la primera Constitución española que recogía el sufragio activo femenino, gracias a las intervenciones de Clara Campoamor en favor del voto de la mujer en los debates constitucionales y el posterior voto afirmativo de la mayor parte del PSOE y de otros grupos minoritarios de diferente ideología (161 votos a favor, 121 en contra y numerosas abstenciones).