Las Oleadas Revolucionarias Europeas del Siglo XIX
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Los movimientos revolucionarios que sacudieron Europa en el siglo XIX, especialmente en las décadas de 1820, 1830 y 1848, compartieron varias características:
- Antiabsolutismo y nacionalismo: Lucha contra los regímenes absolutistas y búsqueda de la autodeterminación nacional.
- Nuevas formas de lucha: Uso de sociedades secretas para organizar la resistencia.
- Participación del ejército: En algunos casos, el ejército jugó un papel crucial en el desarrollo o fracaso de las revueltas.
- El fracaso de las revoluciones: A pesar de los éxitos iniciales, muchas de estas revoluciones terminaron siendo sofocadas o desviadas de sus objetivos originales.
Un ejemplo temprano de este sentimiento nacionalista se vio en Grecia, sometida al Imperio Turco, donde se había desarrollado un hondo sentimiento nacional durante décadas. El Tratado de Adrianópolis (1829) supuso la concesión de su independencia.
Las Revoluciones de 1830 y la independencia de Bélgica
La oleada revolucionaria de 1830 comenzó en Francia y se extendió a Bélgica y Polonia. Fue una revolución liberal, pero con un destacado componente nacionalista.
La revolución comenzó en París. La chispa que encendió la llama fue la aprobación de las Cuatro Ordenanzas (1830), que suspendió la libertad de prensa, disolvió las cámaras, redujo la base electoral y permitió gobernar por decreto. Las Tres Gloriosas Jornadas con barricadas en París, unidas a la complicidad del ejército, obligaron a Carlos X a exiliarse. Así se inició el reinado de Luis Felipe de Orleans, en teoría dispuesto a apoyar los movimientos revolucionarios de toda Europa. Una vez en el poder, el rey fue aumentando sus tendencias autoritarias.
Bélgica y Holanda formaban el Reino de los Países Bajos. Mantenían serias divergencias, tanto religiosas (una Bélgica católica frente a una Holanda calvinista) como económicas (en la que Holanda tenía mayor desarrollo).
Las Revoluciones de 1848
Las revoluciones de 1848 se debieron a un conjunto de causas económicas, de política internacional y sociales.
La revolución comenzó en Francia, que degeneró en barricadas. La presión popular obligó a Luis Felipe de Orleans a abdicar y se proclamó la Segunda República. El nuevo gobierno adoptó medidas de carácter revolucionario: convocó elecciones por sufragio universal masculino, abolió la esclavitud, creó los Talleres Nacionales para dar trabajo a los obreros en paro, redujo la jornada laboral y reconoció el derecho a huelga.
Triunfaron los moderados en las elecciones. Los propietarios querían orden y apoyaron la candidatura de Luis Napoleón como presidente. Su régimen adquirió fuertes tendencias autoritarias y en 1851 dio un golpe de estado.