Olimpión y Calino: Una disputa amorosa

Clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 3,51 KB

OLIMPIÓN, CALINO [90]

OL.

Pero bueno, ¿es que no me va a ser posible hablar ni discurrir yo a solas sobre mis cosas como me venga en gana, sin que tengas que estar tú presente? ¡Maldición! ¿Por qué vas siempre pisándome los talones?

CAL.

Porque me he propuesto seguirte siempre a donde quiera que vayas como si fuera tu sombra; te juro que, hasta si se te pone en irte a la horca, estoy decidido a ir tras de ti. [95] Así que echa cuentas, a ver si a fuerza de embrollos eres capaz o no, a mis espaldas, de birlarme a Cásina, como pretendes.

OL.

¿Y qué tienes tú que ver conmigo?

CAL.

¿Qué dices, sinvergüenza? ¿Para qué tienes tú que andar arrastrándote por la ciudad, tú, mierda de campesino?

Porque me da la gana.

CAL.

¿Por qué no te estás en el campo, donde está tu cargo? ¿Por qué no te ocupas más bien del oficio que se te ha encomendado y dejas de meter las narices en los asuntos de la ciudad? No has venido aquí más que para quitarme la novia; márchate al campo, desgraciado, allí, a tu campo de operaciones.

OL.

Calino, yo no me he olvidado de mi deber; yo he los dejado en el campo al frente de los negocios a quien se ocupe como es debido de ellos en mi ausencia. Una vez que consiga el objetivo que me ha traído a la ciudad, o sea, casarme con esa por la que tú estás perdido, con esa personita tan linda y tan dulcecita, Cásina, tu compañera, en cuanto que sea mi mujer y me la lleve conmigo al campo, verás cómo me estoy allí pegado, sin moverme un pelo de mi gobierno.

CAL.

¿Que tú te vas a casar con ella? En la horca querría verme antes de que tú te la lleves.

Ella es presa mía, o sea, que ya te puedes poner la soga al cuello.

CAL.

¡Tú, desenterrado de un estercolero!, ¿tuya va a ser?

Ya lo verás.

¡Ay de ti!

¡De cuántas formas te voy a mortificar en mis bodas, si Dios me da vida!

CAL.

Anda, dime, qué es lo que vas a hacer conmigo.

OL.

¿Que qué voy a hacer contigo? Por primera providencia, tú serás el que lleve la antorcha delante de la novia; después, para que sigas siendo siempre un cretino y un mierda, después, cuando vengas a la finca, se te dará un cántaro y una vereda, una fuente, un caldero y ocho tinajas; lleno de latigazos te voy a dejar, como no las tengas siempre llenas. A fuerza de acarrear agua te voy a dejar tan doblado que vas a poder servir de grupera. Además, allí en el campo, a no ser que comas grano o tierra como una lombriz, como quieras probar algo, te juro que no habrá un ayuno más ayuno que como de ayuno te voy a dejar yo allí en el campo. Después, cuando ya estés agotado y famélico, se tomarán las medidas para que de noche te acuestes como te mereces.

CAL.

¿Qué es lo que vas a hacer?

Te voy a encerrar bien encerrado en el hueco de una ventana, desde donde puedas escuchar los besos que le voy a dar a ella: cuando ella me diga «mi alma, mi Olimpión, mi vida, dulzura mía, alegría mía, déjame besarte los ojos, amor mío, déjame por favor amarte, mi día de fiesta, gorrioncito, pichoncito, conejito mío». Mientras que se me dicen a mí todas estas cosas, tú, desgraciado, andarás revolviéndote como un ratón en el muro. Ahora, para que no vayas a querer darme contestación, me voy dentro, que no tengo ganas de oírte hablar.

CAL.

Voy contigo, aquí por lo menos, ten por seguro, que no vas a dar un paso sin que esté yo presente.

Entradas relacionadas: