La Oratoria en la Antigua Grecia
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La Oratoria
Todo hombre público tenía que persuadir jurados y convencer a la asamblea del pueblo soberano. Los grandes políticos adquieren renombre gracias a su elocuencia, y sus palabras son siempre recordadas con interés. La oratoria llegó entre los griegos a ser un arte con reglas tan especiales que sólo eran considerados como modelos los que a ellas se sujetaban.
El Movimiento Sofístico
El desarrollo de la oratoria forma parte del Movimiento Sofístico. Los Sofistas inventaron y difundieron las teorías del habla en público. Aristóteles atribuye los primeros pasos a dos sicilianos, Córax y Tisias, que se comprometían a enseñar a estadistas la facilidad de palabra. Debían, además, seguir ciertas reglas de construcción y usar estilos distintos según las distintas ocasiones. Un discurso ante un tribunal constaba, por ejemplo, de cuatro partes: prefacio, narración, prueba y epílogo. En cada tipo de discurso tiene su propio estilo y su vocabulario apropiado.
Oradores Destacados
El primer orador que sacó partido de la nueva educación sofística fue Antifón (480-410 a. C.). En 411 contribuyó mucho al derrocamiento del sistema democrático en Atenas, y al año siguiente fue ejecutado por traición.
Otro personaje público del que algo conocemos es Andócides (440-390 a. C.). Los críticos de la antigüedad lo consideraban demasiado simple.
Muy diferente es su contemporáneo Lisias, escritor profesional de discursos, del que hablaremos después.
A la misma generación pertenece Iseo (420-350 a. C.) de quien sobreviven once discursos, todos referentes a testamentos y herencias disputadas. No poseía grandes méritos de escritor, y más que a la historia literaria corresponde a la historia del derecho. Como Lisias, usaba del vocabulario corriente. Pero más que un orador es un litigante. Mucho más talento encontramos en Isócrates (436-338 a. C.). Llegó a tener gran influencia política. Practicó de joven la oratoria, pero su débil voz y su exceso de nerviosismo le cerraron el camino.
Oradores Destacados (cont.)
En los discursos patrióticos de Licurgo (389-324 a. C.), los principios isocratianos fueron sometidos a la práctica. El único discurso que conservamos de él es Contra Leócrates. Su contemporáneo y aliado político, Hipérides (389-322 a. C.), sólo es conocido en fragmentos. Sus discursos mejor preservados son Contra Atenógenes y Oración Fúnebre. El estilo de Hipérides era muy estimado entre los antiguos. Pero los representantes por excelencia de aquel mundo oratorio fueron Demóstenes y Esquines.
Lisias
Su padre, Céfalo, vivió treinta años en Atenas, adonde había llegado procedente de Siracusa a instancias de Pericles. Era, por tanto, un meteco. Murió hacia el 430. Lisias nace en Atenas a mediados del siglo V. A la muerte de su padre, llegó con su hermano mayor Polemarco a la recién fundada colonia de Turios en el sur de Italia. Regresó a Atenas con su hermano en el 412. Allí apoya el régimen democrático, incluso con su dinero, siempre con la esperanza de acceder a una situación especial dentro de los metecos. En el 404, en el momento de la reacción oligárquica, su hermano es condenado a muerte y Lisias logra escapar. Entonces se pone en relación con el dirigente democrático Trasíbulo y, junto a él, vuelve a Atenas en el momento de la restauración democrática. Trasíbulo consigue un decreto por el que se le concede a Lisias la plena ciudadanía. En ese momento tiene lugar el discurso Contra Eratóstenes, en el que Lisias lo acusa de ser el responsable de la detención ilegal de su hermano Polemarco. En este proceso Lisias pierde y es anulado el decreto de concesión del derecho de ciudadanía. Es cuando se decide sacar provecho de su formación retórica. Practica de logógrafo y se convierte en el abogado más famoso de la época, al escribir discursos jurídicos para otros. Lisias fue extraordinariamente fecundo.
Demóstenes
Dionisio de Halicarnaso distingue dos etapas en la oratoria ateniense: Demóstenes inaugura la segunda. Nació este orador en Atenas, en el demo de Peania, el año 384 a. C. Su padre, que también se llamaba Demóstenes, era fabricante de armas y formaba parte de los ciudadanos de bien, acomodados y distinguidos. A los siete años nuestro orador se quedó sin padre, bajo la custodia testamentaria de Afobo, Demofonte y Terípides, quienes incumplieron las cláusulas testamentarias, lo que hizo nacer en Demóstenes el deseo de revancha. Por esto, puso todo su empeño en el estudio de las leyes y de la elocuencia. Iseo fue su maestro. Y así, en 363, a los veintiún años de edad, escribió dos discursos, el I y el II Contra Afobo, ambos conservados. El continuo aprendizaje lo llevó al detenido estudio de las modélicas obras literarias del pasado. Así se familiarizó con la poesía, donde estudiaba cuestiones de estilo, tema y composición.