La Oratoria Romana: Historia, Evolución y Legado de la Elocuencia en la Antigua Roma
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La Oratoria en la Antigua Roma: De la República al Imperio
La oratoria es el arte de hablar bien en público con el fin de convencer, emocionar o agradar a la audiencia. Fue fundamental en Roma durante la época de la República, pues los políticos la empleaban en el Senado o ante los ciudadanos para influir en las decisiones y la opinión pública.
Sin embargo, con la llegada del Imperio y la concentración del poder en una sola persona, la necesidad de discursos políticos disminuyó. La oratoria perdió su función práctica y se transformó en un mero ejercicio académico, practicado principalmente en las escuelas.
Oratoria y Retórica: Conceptos Fundamentales
La retórica, la disciplina teórica que enseña el arte de hablar bien, emergió junto a la literatura y fue desarrollada por pensadores clave como **Aristóteles** y, posteriormente, **Cicerón**.
Cicerón: El Maestro de la Elocuencia Romana
Cicerón detalló la preparación de un discurso, que incluía cinco fases esenciales:
- Inventio: La búsqueda y selección de ideas y argumentos.
- Dispositio: La organización lógica y estructurada de esas ideas.
- Elucutio: El adorno y embellecimiento del discurso con palabras y figuras retóricas adecuadas.
- Memoria: La memorización del discurso para una exposición fluida.
- Actio: La pronunciación efectiva, incluyendo la modulación de la voz y los gestos.
Además, estableció la estructura fundamental de un discurso:
- Introducción (Exordium): Para captar la atención y predisponer al público.
- Exposición del tema (Narratio): Presentación clara y concisa de los hechos.
- Argumentos (Argumentatio): Desarrollo de las pruebas y refutación de las objeciones.
- Conclusión (Peroratio): Resumen, apelación a las emociones y cierre impactante.
Asimismo, Cicerón clasificó los discursos según su intención en:
- Epidícticos: De alabanza o censura (por ejemplo, discursos funerarios).
- Deliberativos: Políticos, para aconsejar o disuadir en el Senado o asambleas.
- Judiciales: De juicio, para acusar o defender en los tribunales.
Y según su estilo en:
- Elevado (o sublime): Para conmover y persuadir con gran fuerza.
- Medio (o templado): Para agradar y entretener.
- Sencillo (o humilde): Para enseñar y clarificar.
Evolución y Figuras Clave de la Oratoria Romana
En Roma, se distinguieron tres estilos principales de oratoria:
- El estilo ático: Sobrio y emulador de los oradores griegos clásicos.
- El estilo asiático: Caracterizado por ser muy decorado y brillante, con abundancia de figuras retóricas.
- El estilo rodio: Un punto intermedio entre los dos anteriores, buscando un equilibrio.
Inicialmente, los discursos funerarios, dedicados a elogiar la vida del difunto, eran los más comunes. Posteriormente, bajo la influencia de la cultura griega, emergieron figuras oratorias destacadas. Entre ellos, **Catón el Viejo**, defensor acérrimo de las tradiciones romanas, y otros más permeables a la cultura helénica, como los **hermanos Graco** o **Escipión Emiliano**.
**Quinto Hortensio Hórtalo** fue un orador de gran renombre, contemporáneo y predecesor de Cicerón, conocido por su estilo asiático.
El Legado de Cicerón y la Oratoria Post-Republicana
**Marco Tulio Cicerón**, nacido en el 106 a.C., se erigió como el orador más influyente de Roma. Alcanzó las más altas esferas políticas, a pesar de su origen *homo novus* (no perteneciente a la nobleza), y defendió con vehemencia la República.
Entre sus discursos más célebres se encuentran las *Verrinas* (contra Verres), las defensas de poetas y escritores, y, de manera destacada, las *Catilinarias* (contra Catilina) y las *Filípicas* (contra Marco Antonio), estas últimas le costarían la vida.
Además, legó obras fundamentales sobre la formación del orador ideal, postulando que este debía **enseñar** (*docere*), **agradar** (*delectare*) y **conmover** (*movere*).
Tras su muerte, y al carecer la oratoria de su función política primordial, su práctica se relegó a las escuelas. Allí, los estudiantes realizaban ejercicios como las *suasorias* (deliberaciones sobre decisiones difíciles) y las *controversias* (participación en juicios ficticios).
**Séneca el Viejo** y **Marco Fabio Quintiliano** fueron figuras prominentes de esta etapa. Quintiliano, en su monumental obra *Institutio Oratoria*, no solo delineó la formación completa del orador, sino que también enfatizó que un buen orador debía ser, ante todo, una buena persona (*vir bonus dicendi peritus*).