Organización del tiempo en Grecia y Roma

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Organización del tiempo en Grecia

El año tenía 354 días y se divide en seis meses de 29 días con otros seis meses de 30 días. Los meses se dividían en dos grupos de diez y uno de nueve. Para calcular las horas, el reloj de sol, o gnomon para medir periodos más cortos, usaban el reloj de agua o clepsidra. La clepsidra se utilizaba para regular la intervención de un orador.

En Roma

El calendario: en sus orígenes año de 304 días dividido en 10 meses. En el siglo I a. C., Julio César encargó a Sosígenes, un sabio de Alejandría que elaborara un calendario al que se le denominó calendario juliano.

Nuestro calendario es el gregoriano que data del año 1582 cuando el papa Gregorio XIII hizo un reajuste. Además de los días festivos que comprendían días de fiesta religiosas y cívicas y días de mercado, el calendario romano marcaba días fastos, y días nefastos en los que estas actividades estaban prohibidas.

La división de la semana

Hasta el siglo I a. M. la semana tenía ocho días localizados entre dos días de mercado. Hasta la época imperial no se utilizó la semana de siete días.

La división del día

Había dos horas fijas: la sexta hora que era el mediodía y el inicio de la tercia vigilia, que era media noche. En su vida cotidiana se guiaban más por la luz solar y las estaciones que por las horas.

La jornada de griegos y romanos

En Atenas: los atenienses se levantaban al alba y antes de desayunar hacían unos ligeros ejercicios gimnásticos y se aseaban. Cuando salía el sol acudían a alguna de las reuniones ciudadanas en la asamblea, en el consejo o en los tribunales de justicia. Al mediodía almorzaban. Por la tarde acudían a la barbería para arreglarse el pelo y el bigote, el gimnasio o por la palestra o se sentaban con sus amigos a jugar las tablas o los dados, cenaban y se iban a dormir cuando se ponía el sol.

En Roma: se levantaban antes del amanecer, se lavaban y desayunaban. Cuando ya había salido el sol se dedicaban a sus ocupaciones. Si el romano era rico, recibía a sus clientes encargándoles tareas e incluso dándoles una cesta con alimentos. Era la ceremonia de la salutatio o saludo matutino, que se alargaba hasta la tercera hora del día. Una vez finalizada esta tarea se dedicaban a los negocios. A mediodía interrumpían el trabajo hasta el día siguiente. A la hora sexta se echaban la siesta, se daban un baño; los ricos en su casa; el resto en las termas. Cenaban a la hora novena o décima. Cuando se pone el sol se iban a dormir.

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