Origen y organización de los reinos cristianos en la península ibérica
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Origen de los Reinos Cristianos
En el Occidente peninsular, todo comienza en Covadonga y la proclamación del Reino de Asturias (Pelayo), que en la primera mitad del siglo X en su descenso hacia el sur, cambiará la capital por León, pasando a llamarse Reino de León, que incluía Galicia, Asturias y gran parte de las tierras del Duero. En la segunda mitad del siglo X se separará el condado de Castilla.
En el Oriente peninsular, todo comienza con la creación de la Marca Hispánica (gran franja pirenaica y prepirenaica con fortificaciones), tras el desastre de Roncesvalles, de la que nacerán el Reino de Pamplona y los condados aragoneses y catalanes. En el siglo XI, con Sancho III el Mayor, el Reino de Pamplona había integrado también al Condado de Aragón, al Condado de Castilla y los Condados de Sobrarbe y Ribagorza. A la muerte de Sancho III el Mayor se desintegra el bloque político, pero nacen los Reinos de Castilla y Aragón.
Organización política de los Reinos Cristianos
En los Reinos Cristianos existía un sentido patrimonial del Estado, una concepción laxa de las relaciones feudo-vasalláticas (feudalismo) y un sentido de cooperación entre los diferentes reinos cristianos en su enfrentamiento con Al-Ándalus, no sin rencillas entre ellos: a destacar la guerra civil castellana del siglo XIV, que llevará a la entronización en Castilla de los Trastámara, bastardos de Alfonso XI. La entronización de los Trastámara en la Corona de Aragón tras el Compromiso de Caspe facilitará la aproximación de ambas coronas, que culminará con el matrimonio de los futuros Reyes Católicos años más tarde, preparando la unidad dinástica de España.
El Rey tenía un gran poder y prestigio, asistido por el Consejo Real y, a partir de finales del siglo XII, por las Cortes.
El concepto de monarquía difería en Castilla y León y en la llamada Corona de Aragón:
En Castilla, el rey es heredero del derecho romano: el carácter sagrado de los reyes, como vicarios de Dios en la Tierra. Las instituciones están al servicio del rey. Las Cortes las convoca el rey y puede gobernar sin convocarlas.
En la Corona de Aragón, la monarquía es contractual y confederal. Las diferentes Cortes tienen comisiones permanentes (Diputaciones) con las que el rey tiene que contar; incluso se crean instituciones para velar por el cumplimiento de los fueros por parte del rey.