Orígenes legendarios de Roma y su evolución política

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Los orígenes legendarios de Roma

Mediante las cuales se relaciona el origen de Roma con la cultura y las divinidades griegas. La leyenda de la fundación de Roma cuenta que Rómulo y Remo, hijos del dios Marte y de una descendiente de Eneas, fueron abandonados nada más nacer en el río Tiber, pero una loba los salvó de la muerte y los crió. Cuando crecieron, fundaron una ciudad en el mismo lugar en el que se habían criado. Tras una discusión, Rómulo mató a Remo y se convirtió en el primer rey de Roma con la loba capitolina. La leyenda de Eneas cuenta que Eneas, héroe troyano hijo de la diosa Venus, huyó tras la derrota de Troya. Después de vagar por el Mediterráneo, llegó a las costas del Lacio, donde luchó contra los pueblos que allí habitaban y acabó haciéndose con el poder. Más tarde, su hijo fundó la ciudad de Alba Longa, que fue el centro de los asentamientos latinos hasta la fundación de Roma.

La Monarquía (753-509 a. C.)

Según la leyenda, Rómulo dio comienzo a un período monárquico de gobierno. Los reyes legendarios de Roma fueron siete, los cuatro primeros latinos y los tres últimos etruscos. Los reyes latinos elaboraron las primeras leyes, consolidaron las fronteras y fomentaron el espíritu civil de los primeros romanos. Los reyes etruscos convirtieron la aldea que era Roma en una verdadera ciudad. Se impulsaron obras públicas de tipo civil (Circo Máximo), religioso (templos), militar (murallas) y de infraestructuras (Cloaca Máxima).

Las guerras civiles

Apenas superadas las crisis que habían provocado las nuevas conquistas, Roma se vio envuelta en un período de guerras civiles que acabaron con la República. La Primera guerra civil (88-81 a. C.) fue la lucha entre Mario, del partido de los populares, y Sila, de los aristócratas. La victoria de Sila supuso la instauración de una dictadura bajo su mando, que duró pocos años. El Primer triunvirato (60-53 a. C.) fue una alianza política entre los generales Pompeyo, Julio César y Craso. La Segunda guerra civil y la dictadura de Julio César (49-44 a. C.) fueron consecuencia de la rivalidad entre Julio César y Pompeyo. Tras su victoria, Julio César fue nombrado por el Senado dictador vitalicio y ejerció un gobierno absoluto. Sin embargo, fue asesinado por partidarios de la República.

Octavio Augusto, el primer emperador romano

En el año 27 a. C., Octavio fue nombrado por el Senado princeps (primer ciudadano) y augustus (elegido por los dioses), lo que marcó el comienzo oficial del nuevo sistema de gobierno: el Imperio. Asimismo, se convirtió en imperator (jefe de todos los ejércitos). Durante su reinado de cuarenta años, Octavio, conocido ya como Augusto, se dio cuenta de que era necesario reconstruir el ideal romano que las guerras civiles habían desgastado. Para ello, inició una política de recuperación y recurrió a grandes escritores como Virgilio, para que escribieran sobre mitos que justificasen la gloria de Roma y la legitimidad de su gobierno. Con el mismo fin, el historiador Tito Livio escribió la Historia de Roma desde su fundación. Augusto respetó las instituciones tradicionales, como el Senado y las magistraturas, aunque las dotó de un poder meramente simbólico, ya que todo el gobierno se concentraba en su persona. Con el tiempo, el Senado se convirtió en un consejo, donde reducía a los comandantes de los ejércitos y a los gobernadores de las provincias. Instauró un período de paz duradera en Roma, que duró dos siglos, durante los cuales Roma logró una relativa estabilidad. Reformó el ejército y creó una guardia personal del emperador, la Guardia Pretoriana, que con el paso del tiempo adquirió un importante poder. Su reinado, junto con la astucia con que llevó a cabo sus reformas, contribuyeron al establecimiento del Imperio Romano.

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