Orígenes del Pensamiento Filosófico: Demócrito y Platón
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Demócrito: El Origen Atómico
A los primeros filósofos de Grecia se les suele llamar “filósofos de la naturaleza” porque, ante todo, se interesaban por la naturaleza y sus procesos. Tenían en común la creencia de que existía una materia primaria, que era el origen de todos los cambios. Tenía que haber “algo” de lo que todo procedía y a lo que todo volvía.
El último de los grandes filósofos de la naturaleza se llamaba Demócrito y estaba convencido de que todo estaba formado por pequeñas partículas eternas e inalterables a las que llamó átomos. Estos átomos no son iguales entre sí, de ser así todo sería igual, pero mientras que ellos siempre permanecen todo lo demás fluye. Hoy en día, podemos comprobar que esta teoría no es del todo errónea.
Demócrito, era un filósofo materialista ya que defendía que lo único que existía eran los átomos y negaba la existencia de fuerzas o espíritus que intervinieran en las leyes de la naturaleza, estas tenían una causa natural.
En cuanto a las personas, este filósofo defendía que el alma estaba formada a partir de átomos del alma los cuales cuando una persona moría, estos se dispersan pudiendo formar parte de otra nueva alma, por ello esta es inmortal. Las sensaciones que percibimos están causadas por el movimiento de lo átomos.
Todo esto se puede resumir en la idea de que todo está formado a partir de átomos que permanecen y se combinan entre sí.
Platón: El Mundo de las Ideas
A Platón le interesaba averiguar la relación entre lo eterno y lo inalterable, y entre lo eterno y lo que fluye. Esta idea ya había sido planteada por Demócrito y Empédocles, pero podemos decir que Platón intenta captar una propia “realidad” eterna e inmutable.
Platón, pensaba que el mundo que nos rodea, al que llamó el Mundo sensible, no es real en su totalidad ya que todo lo que podemos sentir fluye, es decir, que todo cambia, de ahí la idea de que los sentidos nos engañan. Por esto, defendía la idea de que debe haber una verdadera realidad que nos trasciende la cual sirve de molde para crear el mundo que nosotros conocemos. A esta realidad, Platón la llamó el Mundo de las Ideas y era el lugar donde se encuentra lo perfecto, eterno e inmutable: Las Ideas.
A partir de una Idea, que es la esencia de las cosas, la que le hace ser una cosa específica y no otra, se crean copias imperfectas que percibimos a partir de los sentidos (por eso, aunque todos los caballos no sean idénticos entre sí, hay algo que les caracteriza). Pero el camino contrario, es decir, del Mundo de los sentidos al Mundo de las Ideas, es mucho más complicado de alcanzar ya que para ellos hay que ejercitar la razón, este es el único camino para conseguirlo.
Como conclusión podemos sacar que Platón creía en la existencia de dos mundos, uno real donde habitaba la verdad más pura (Ideas) y otro que era una simple imitación de este.