Orígenes y Transformaciones Clave de la Segunda República Española
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Orígenes y Reformas de la Segunda República Española
La Segunda República nació bajo la promesa de realizar profundas reformas estructurales para transformar el sistema político, económico y social. Este impulso reformista estaba vinculado al regeneracionismo.
La identificación del rey Alfonso XIII con el sistema de la Restauración, caracterizado por el turnismo, el fraude electoral, el caciquismo y las ingerencias reales, provocó que la oposición a la monarquía hiciera de las reformas estructurales el eje de su programa. Tras el desastre del 98, hubo intentos reformistas que no surtieron efecto, en parte, por el escaso poder de decisión de la población.
La oposición a Alfonso XIII, que incluía a partidos obreros, nacionalistas, carlistas y republicanos (grupos excluidos del sistema del turnismo), convirtió la renovación del sistema político en eje central de su programa. Buscaba tanto acabar con la monarquía como democratizar la vida pública. Los partidos nacionalistas, además, aspiraban a obtener autonomía política.
Todo esto tomó forma con la proclamación de la República y la aprobación de la Constitución de 1931, que sentaron las bases para las grandes transformaciones.
Reforma Política
La Constitución de 1931 buscó democratizar el sistema, superando las limitaciones del régimen anterior.
Reforma Territorial
La Constitución de 1876 estableció un Estado centralista, lo que chocaba con los movimientos nacionalistas que defendían las identidades regionales. Los intentos oficiales de hacer frente al problema catalán fracasaron, y la aparición de partidos independentistas de izquierdas complicó la situación.
La Constitución de 1931 reconoció el derecho de autonomía a las regiones. Se tramitaron dos estatutos de autonomía: el vasco fue rechazado por las Cortes, pero el estatuto de Cataluña fue aprobado, concediéndose amplias potestades de autogobierno, así como la cooficialidad del catalán.
Reforma Militar
Existían diversas causas de antimilitarismo por parte de la oposición: el descrédito del Ejército, que evidenciaba tanto su atraso como la injusticia del sistema de reclutamiento; el rechazo al intervencionismo del Ejército en la vida pública; y la necesidad de reformas internas.
La reforma promovida por el ministro de la Guerra durante el Bienio Reformista persiguió un objetivo distinto: la democratización del ejército y la reducción de su excesivo número de oficiales.
Reforma Agraria
Los mayores problemas en el campo español eran las dificultades para acceder a la propiedad de la tierra y la baja productividad, especialmente en el sur latifundista.
La Segunda República se comprometió a promover una reforma agraria como solución al acceso a la tierra. Sin embargo, a la resistencia de los propietarios se sumaron los desacuerdos entre los partidos del gobierno y la frustración de los campesinos por la lentitud de los avances. La Ley de Bases para la Reforma Agraria asustó a los propietarios, a pesar de que los avances significativos en su aplicación fueron limitados.
Reforma Secularizadora
La Constitución de 1876 estableció la confesionalidad católica del Estado. Sin embargo, el laicismo y el anticlericalismo crecieron, y la burguesía demandaba la separación entre la Iglesia y el Estado. La oposición republicana hizo suya esta aspiración.
La Constitución de 1931 estableció la libertad religiosa y la laicidad del Estado. Se implementaron medidas como la prohibición a la Iglesia de ejercer la enseñanza y la nacionalización de los bienes de las órdenes religiosas.
Reforma Educativa y Cultural
Aunque el analfabetismo había descendido, seguía siendo muy elevado.
La Segunda República promovió una educación exclusivamente pública, laica, obligatoria, gratuita y mixta, y buscó reducir el analfabetismo con la creación de miles de escuelas. Promovió reformas en la instrucción del profesorado, extendió la cultura al mundo rural (Misiones Pedagógicas), fomentó la lectura e impulsó la alta cultura.
Reforma Laboral
Los efectos de la Primera Guerra Mundial y la dura represión del anarquismo llevaron a una radicalización del movimiento obrero.
La Segunda República recogió en la Constitución el derecho al trabajo y reforzó los mecanismos de protección laboral. Las principales reformas fueron impulsadas por Largo Caballero, ministro de Trabajo durante el Bienio Reformista, cuando se aprobó la Ley de Jurados Mixtos, se fomentó la negociación colectiva y se estableció la jornada de ocho horas en el campo.