Ortega y Gasset: Ideas y Creencias, Pilares de la Percepción Humana de la Realidad
Clasificado en Filosofía y ética
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La Distinción entre Ideas y Creencias en la Filosofía de Ortega
Para orientarse en el mundo, el ser humano necesita comprender la situación. Ahora bien, la representación que nos hacemos de la realidad no tiene una estructura única: existen diferentes formas de concebirla. Ortega y Gasset distingue entre ideas y creencias:
Definición y Características
- Las ideas: Son representaciones de la realidad, sean verdaderas o falsas, que podemos valorar, someter a crítica y examinar.
- Las creencias: Son representaciones de la realidad que están entre nosotros, aunque no hayan pasado por el filtro de la razón. Muchas veces son inconscientes y se instalan en nosotros de un modo imperceptible. Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre el que acontece. Porque nos presentan lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas. En ellas "Vivimos, nos movemos y somos".
La Interconexión entre Ideas y Creencias
Pero una cosa es tener la Idea de Dios y otra muy distinta es Creer en él. Precisamente, cuando uno cree de verdad en Dios no tiene una Idea de Dios, sino que simplemente cuenta con ella, vive y se mueve en ella. Este vivir y moverse en la idea constituye la creencia. Las ideas y las creencias, por tanto, se pueden distinguir, pero no separar; ambas pertenecen al mismo género: una idea puede ser una creencia y viceversa en función de su significado en la vida del sujeto.
El Poder Fundacional de las Creencias
Lo que realmente mueve nuestra vida son las creencias y no las ideas. Las creencias están difusas en el momento histórico que nos corresponde, se instalan en nosotros y no pueden ser eliminadas por la fuerza de la racionalidad, puesto que es consustancial al ser humano la predisposición a la objetividad y al ejercicio de la razón, que nos permite orientarnos en la existencia. No se trata, pues, del vitalismo radical de Nietzsche, pero tampoco de un racionalismo puro, porque la razón vital recoge las aspiraciones de la vida: las creencias nos permiten enfrentarnos a la dificultad de comprender la existencia y dar un sentido a las circunstancias que nos ha tocado vivir.