Ortega y Nietzsche: Convergencias y Divergencias en la Crítica a la Razón y la Vida

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El pensamiento de Ortega y Gasset se asemeja al de Nietzsche por la crítica a la razón. Sin embargo, este último critica a toda la razón, considerándola la causa de todos los errores, de que “falseemos el testimonio de los sentidos” y de inventarse un mundo inmutable y de conceptos universales. Para Nietzsche, este mundo no es más verdadero que el de los sentidos; al contrario, es un mundo momificado, falto de vida, de manera que los filósofos han enterrado la realidad, actuando como sepultureros.

La posición de Nietzsche también coincide con la de Ortega en la importancia dada a la vida, frente a la postura tradicional de privilegiar la cultura y las ideas. Para ambos, la realidad no es ni objetiva ni relativa, sino perspectivista.

La Concepción del Hombre: Racionalismo, Nietzsche y Ortega

El Dualismo Antropológico Racionalista (Platón)

La posición racionalista respecto del hombre defiende un dualismo antropológico. Para Platón, la verdadera identidad del hombre es su alma racional, que es inmortal y fuente del verdadero conocimiento. Para alcanzar la verdad, el alma tiene que luchar contra el cuerpo y sus sentidos, que la encarcelan. La vida se convierte así en un camino de separación y lucha contra lo corpóreo, de «negación» de lo vital.

La Vida como Instinto en Nietzsche

Para Nietzsche, la vida humana es esencialmente inconsciencia e instinto. El hombre debe tener la suficiente valentía para ejecutar sus instintos. Los únicos valores que debe alimentar son los valores vitales, rechazando la búsqueda de valores absolutos que caracterizó a la filosofía tradicional.

Ortega: El Hombre como "Vivir" y "Devorador de Verdades"

Sin embargo, Ortega afirma que lo que define al hombre es su vivir. La vida no es una cosa o sustancia que se pueda definir. El hombre no tiene naturaleza, tiene historia. Es un ser que se está haciendo incesantemente a sí mismo, decidiendo desde el marco de libertad que le ofrece su circunstancia. La definición de cualquier aspecto humano que olvide que nace de lo vital es una abstracción.

No obstante, y aquí se introduce la crítica de Ortega al vitalismo puro, el hombre no puede prescindir de la cultura: de querer conocer la verdad, de actuar bien y de contemplar lo bello. Ortega define al hombre como un «devorador de verdades», un ser que, aunque arraigado en su vitalidad, busca trascenderla a través del conocimiento y la cultura.

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