Panorama de la Novela Española: Años 50, 60 y 70

Clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 3,49 KB

La Narrativa en los años cincuenta

En este cambio de orientación va a jugar un papel muy importante la novela de Camilo José Cela, llamada La Colmena, crónica descarnada del Madrid en los duros años de posguerra. Sin embargo, lo realmente significativo de esta etapa es la aparición de una serie de narradores nuevos que empiezan practicando una literatura social en la línea abierta por Cela.

La crítica suele distinguir dos tendencias dentro del realismo social: una de corte objetivista y otra de carácter crítico. Ambas abordan conflictos típicos de la sociedad española contemporánea con un propósito de denuncia que no descarta el compromiso político, lo que se hace patente en el caso del realismo crítico. Los conflictos centrales giran en torno a las míseras condiciones del mundo rural, la explotación de los obreros o los ambientes burgueses donde se mueven los hijos de familias acomodadas.

El realismo objetivista es deudor de una técnica literaria ensayada en Francia conocida como "nouveau roman", que parte de un registro objetivo de la realidad cercano a las teorías conductistas o behavioristas (del inglés behavior) que consideran el comportamiento humano como una serie de respuestas a determinados estímulos externos. No se atiende a la psicología interior, sino a lo externo, al comportamiento observable, como si el narrador registrara la acción con la objetividad de una cámara de cine. Si el realismo objetivista adopta una postura neutral respecto a la materia narrativa, el llamado realismo crítico toma el camino del compromiso vinculado a la política.

La Narrativa en los años sesenta y setenta

Los narradores perciben que la literatura de acción ha fracasado en su empeño transformador de la sociedad. Las características de la renovación narrativa pueden sintetizarse en un punto clave: el abandono del realismo como método narrativo. Para ello hacen uso de las siguientes técnicas:

  1. El punto de vista se rompe; ya no hay un único narrador que cuente la historia en tercera persona. A esta multiplicidad de puntos de vista (perspectivismo) se añaden hallazgos formales como la segunda persona o el monólogo interior, en el que los personajes expresan libre y desordenadamente el fluir de su conciencia.
  2. La narración de una anécdota nítida pierde peso y el argumento convencional se difumina, interferido por digresiones que detienen la narración de sucesos.
  3. Parecidas transformaciones sufren personajes, tiempo y espacio. Los personajes dejan de tener perfiles nítidos, con lo que se evita la identificación del lector. El espacio se reduce y comprime y, a veces, no es más que un escenario indiferente.
  4. El lenguaje y el estilo dejan de estar al servicio de la narración de una historia y se convierten en un fin en sí mismos. El resultado es una novela barroca que requiere un lector activo frente a la pasividad del relato realista.

Entradas relacionadas: