Panorama de la Novela Española del Siglo XX: De la Posguerra a la Renovación Narrativa
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LA NOVELA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XX
1. La Novela de los Años 40
Los primeros años de la posguerra se caracterizan por el anhelo de evasión, la trivialidad en novela y teatro, y el retorno al formalismo clásico en poesía. Sin embargo, pronto aparecerán las primeras muestras de una literatura nueva: la “poesía desarraigada” y la novela de enfoque existencial (que también se daba en Francia, por ejemplo, como producto de la Segunda Guerra Mundial), con el movimiento llamado tremendismo, que se inicia con La familia de Pascual Duarte, de Cela, en 1942.
Los autores que se enmarcan en el movimiento tremendista no hacen crítica social, más bien plantean una exposición conformista, aunque cruda y desgarrada, de una sociedad que aparece trágica y exagerada, con personajes brutales, macabros e incluso marginales.
Los novelistas de esta generación de los 40, o de primera posguerra, tienen también un maestro en Pío Baroja, con su peculiar realismo de enfoque existencial y técnica discursiva. Los temas tratados por estos autores son la soledad, la frustración y la inadaptación social. Los personajes son seres desarraigados, angustiados o marginales, que no consiguen encajar en los parámetros exigidos por la sociedad. Algunas fechas señalan el comienzo de las nuevas tendencias en novela: 1942, con La familia de Pascual Duarte, que inaugura el tremendismo; y 1945, con Nada, la primera novela de Carmen Laforet, novela existencial de tono pesimista, donde la mezquindad, la desilusión y la sordidez rodean a unos personajes presentados con un cáustico realismo y un estilo sorprendentemente natural y crudo. La novela ganó el premio Nadal en su primera edición. Otra fecha reseñable sería 1947, con la aparición de la primera novela de Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada, que también obtuvo el mismo galardón.
La colmena merece mención aparte, por cuanto tiene de particular el hecho de su publicación, como precedente de la novela de los 50. Fue concebida como la primera de una trilogía (Caminos inciertos), aunque nunca llegó a escribir el resto. Cela presentó un primer manuscrito en 1946, pero la censura prohibió su publicación por inmoral. En 1951 fue publicada en Buenos Aires. La acción sucede en unos pocos días de diciembre de 1943. El escenario es el Madrid miserable de la posguerra y se muestra la vida de varios personajes de diferente catadura moral y que, muchas veces sin conocerse, están relacionados entre sí.
2. El Realismo Social en la Década de los 50
El género predominante en la década que abarca desde 1951, fecha de publicación de La colmena, y 1962, con la aparición de Tiempo de silencio, será la novela social. La inicia Delibes con El camino (1950). Será 1954 el año a partir del cual se darán a conocer los representantes del mismo: Ignacio Aldecoa, Sánchez Ferlosio, Fernández Santos, Ana Mª Matute, Juan Goytisolo, Caballero Bonald, López Pacheco, etc., conocidos como generación del 55 o del medio siglo. Estos autores tienen rasgos comunes, como son la disconformidad ante la sociedad, el deseo de cambios y la solidaridad con los humildes, aunque también se aprecian en ellos diferencias de enfoque ante los mismos temas. Básicamente siguen dos tendencias, a saber:
- El realismo crítico, de denuncia de las desigualdades y la injusticia a través de posturas dialécticas, cercano al realismo socialista, como es el caso de Goytisolo.
- El objetivismo, que prefiere dar testimonio sin aportar comentarios ni posturas, como harían Fernández Santos o Sánchez Ferlosio.
Podemos advertir la influencia de autores extranjeros, como Steinbeck, Faulkner o Hemingway. En cuanto a la herencia nacional, tenemos la tradición realista desde El Lazarillo hasta Valle-Inclán.
En cuanto a la técnica narrativa, hay que destacar:
- El uso del personaje colectivo, con modelos como Dos Passos y Sartre.
- Presencia del personaje representativo, representando un grupo o clase, como rechazo a la novela psicológica.
- Objetivismo en la línea del conductismo, que marca la “desaparición del autor”. El enfoque se limita a mostrar lo que se ve, al estilo cinematográfico.
- Estructura de apariencia sencilla, preferencia por la narración lineal.
- Escasez de descripciones y abundancia de diálogos, que recogen los distintos registros de la forma más fiel posible (El Jarama). El lenguaje de la narración es sencillo, aunque encontremos estilo muy cuidado, a veces lírico (como en Ana Mª Matute).
- Acción que transcurre en un corto espacio de tiempo, a menudo con la superposición de escenas que transcurren de forma paralela.
Los temas preferidos son: el mundo del trabajo y las relaciones laborales; la difícil vida en el campo (Los bravos de Fernández Santos, 1954); la ciudad, con la miseria del suburbio (La resaca de Goytisolo, 1958). Carmen Martín Gaite critica la condición femenina de las provincias en Entre visillos (Premio Nadal 1957). Por otro lado, están las novelas que retratan la vida burguesa, especialmente a su juventud. Otras novelas evocan la guerra civil, desde enfoques personales, como Primera memoria de Ana Mª Matute (1960), sobre la historia de amor de dos adolescentes en la guerra, o Duelo en el paraíso de Juan Goytisolo (1955), que aborda los conflictos entre unos niños que “juegan a la guerra”.
3. La Renovación de las Técnicas Narrativas en los 60
Serán importantes las aportaciones de algunos novelistas extranjeros: Marcel Proust, Franz Kafka, James Joyce y William Faulkner, que romperán con la narrativa tradicional tanto por el uso de multitud de registros y recursos lingüísticos. De Kafka será importante la consideración de la existencia como absurdo y el surrealismo en la plasmación de la anécdota. Faulkner (Premio Nobel en 1969), como máximo representante de la “generación perdida”, aporta su magisterio en el enfoque alucinante y grotesco, la ruptura del orden cronológico y la excelente prosa cargada de poesía. Otras aportaciones se deben a los novelistas del nouveau roman francés y escritores hispanoamericanos conocidos como Borges, Rulfo o Alejo Carpentier, y otros nuevos como Cortázar, García Márquez o Vargas Llosa.
Características de este movimiento son: