La Paz de Lisandro: El Fin de la Guerra del Peloponeso

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La Misión de Teramenes a Esparta

Cuando volvió al cuarto mes, anunció en la asamblea que Lisandro lo retuvo hasta ese momento, después le ordenó ir a Lacedemonia: pues él no era autoridad sobre lo que era preguntado por él, sino los éforos. Después de esto él mismo fue elegido décimo embajador con plenos poderes para Lacedemonia.

Aristóteles como Mensajero

Lisandro envió junto con otros lacedemonios a Aristóteles, siendo un exiliado ateniense, para que anunciase a los éforos que él había contestado a Terámenes que aquellos eran las autoridades de la paz y de la guerra.

La Llegada de los Embajadores Atenienses

Y Teramenes y los demás embajadores cuando estaban en Selasia, siendo preguntados en qué condiciones venían dijeron que tenían plenos poderes sobre la paz, después de esto los éforos ordenaron llamarlos. Cuando llegaron, celebraron una asamblea, en la que corintios y tebanos especialmente, y también muchos otros de los helenos, replicaban que no se pactara con los atenienses sino que se los aniquilara.

Los Términos de la Paz

Pero los lacedemonios dijeron que no iban a esclavizar a una ciudad griega que había hecho gran bien en los mayores peligros ocurridos a la Hélade, sino que concertarían la paz a condición de que habiendo derribado los muros largos y el Pireo y habiendo entregado las naves menos doce y acogido a los exiliados considerando al mismo enemigo y amigo siguieran a los lacedemonios tanto por tierra como por mar a donde los condujeran

El Regreso a Atenas

Teramenes y los embajadores con él volvieron a llevar estas cosas a Atenas. Y entrando una gran multitud los rodeó, temiendo que volvieran fracasados: pues ya no era posible demorarlo a causa del gran número de los que morían por el hambre.

La Aceptación de la Paz

Y al día siguiente comunicaban los embajadores en que términos los lacedemonios concertaban la paz: y habló en nombre de ellos Teramenes, diciendo que era necesario obedecer a los lacedemonios y destruir los muros. Habiéndose opuesto a él algunos, muchos más habiéndolo aprobado, se resolvió aceptar la paz.

La Entrada de Lisandro y el Comienzo de una Nueva Era

Después de esto Lisandro entró en el Pireo y los exiliados regresaron y destruyeron los muros al son de las flautistas con gran ardor, considerando que aquel día comenzaba la libertad para la Hélade.

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