Pensamiento Medieval: Escepticismo, Cristianismo y la Influencia de Aristóteles

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El Pensamiento Medieval y la Influencia de Aristóteles

Características del Pensamiento Medieval

El pensamiento medieval revisa las éticas individualistas del helenismo.

  • Escepticismo: El pensamiento medieval se caracteriza por el escepticismo; es una doctrina caracterizada por el desinterés por la verdad. El hombre no se fía; se pone en duda que la verdad pueda ser alcanzada por el hombre. Así pues, el escepticismo es una tesis contradictoria, ya que afirma la imposibilidad de conocer la verdad, y esta afirmación pretende ser ella misma verdadera.
  • Eclecticismo: El eclecticismo es una doctrina que se caracteriza por el espíritu de compromiso y conciliación, ya que toma de aquí y de allá para componer sistemas que superen las divergencias más profundas.
  • Cristianismo: El cristianismo introduce una idea totalmente nueva, que da sentido a la existencia del mundo y del hombre: la creación. Las dos grandes etapas del pensamiento occidental están separadas por el cristianismo. En el cristianismo habrá dos sentidos distintos de la palabra 'ser': el ser de Dios y el del mundo. Tenemos, por un lado, a Dios, el verdadero ser creador, y por otro lado, el ser creado. La revelación nos es dada mediante los profetas de Dios, las sagradas escrituras, y supone una doctrina de salvación. La verdad es dada directamente por Dios.

Aristóteles y su Contacto con el Cristianismo

Aristóteles entra en contacto con el cristianismo. La física aristotélica estaba restringida a determinadas personas que debían interpretarla para adaptarla a la cristiandad. La cosmología es parcialmente platónica, es una ciencia esencialista; todo se explica mediante la naturaleza y la teología.

Cosmología Aristotélica

Dice que hay dos capas: la supralunar de movimiento perfecto y la sublunar donde ocurren los cambios. Esferas que envuelven el centro de la superficie y, por lo tanto, es perfecto. La capa lunar es la que separa las esferas lunares y supralunares. Solo permanecen las esencias en el mundo sublunar.

Concepción del Alma en Aristóteles

En un primer momento, Aristóteles tenía la misma concepción del alma que Platón. Después dice que entre cuerpo y alma hay una adaptación perfecta que no se puede separar y que el alma es mortal; el alma pertenece a la subsistencia.

Aplica la teoría, momifica el cuerpo humano, materia y carne forman el alma. El ser humano debe estudiarse dentro de la física en función de sus características externas y haciendo una clasificación. Dice que cuerpo y alma son una única subsistencia. El alma es la forma de ser del individuo. Defiende la unidad del alma, al contrario que Platón. Tiene funciones que sirven para generar más taxonomías:

  • Función nutritiva
  • Función sensitiva
  • Función racional

El Intelecto y el Primer Motor

Dice que el intelecto también es mortal. Un alma es el intelecto agente (Dios). Inteligencia de doble sentido: entendida y explicable. El mundo es inteligible porque tiene la inteligencia del mundo.

Ya en sus tratados sobre física, Aristóteles había expuesto el concepto de primer motor. Todo ser que se mueve es movido por otro; puesto que no podemos remontarnos en esta cadena hasta el infinito, debe existir un primer motor, el cual es inmóvil: si fuese móvil, estaría movido por otro motor anterior, y no sería el primero.

Por su misma perfección, debemos atribuir vida a este Ser superior, y vida en su grado más perfecto; y no podemos atribuirle otra actividad que la teórica o contemplativa, que no requiere movimiento y no se orienta a satisfacer ninguna necesidad. Así, el Dios aristotélico es pura inteligencia, puro pensamiento incesante que se piensa a sí mismo; el objeto de su pensamiento no puede consistir en cosas externas a él, porque entonces dependería de tales cosas.

¿Cómo puede Dios actuar sobre el mundo, moverlo como un primer motor? Dios es todo lo apetecible. Dios mueve el mundo no como causa eficiente, sino como causa final, es decir, como fin último (la perfección) al que tiende el universo. Del mismo modo que a la amada le bastan su belleza y su bondad para atraer al amante, Dios no ejerce ninguna fuerza: el movimiento surge en las cosas como un afán hacia lo perfecto.

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