El periodo de María Cristina: Regencia, Isabel II y el ascenso del liberalismo

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En octubre de 1830 nació Isabel de Borbón. El rey aprobó la Pragmática Sanción por la que se abolía la ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las mujeres. Carlos M Isidro vio cerrado su camino al trono.

La Primera Guerra Carlista 1833-1839

En septiembre de 1833 comenzaron los levantamientos armados, dando inicio a una larga guerra civil: la Primera Guerra Carlista. En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del Ejército, la Iglesia y el Estado, y a ellos se unieron los liberales. En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal: nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos. Tuvo una fuerte influencia en las zonas rurales de Navarra y el País Vasco.

La posición internacional fue favorable a los liberales, que recibieron el apoyo de Portugal, Francia y el Reino Unido. En cambio, la Santa Alianza se limitó a dar su apoyo a los carlistas. La guerra tuvo dos grandes personajes: el carlista Zumalacárregui y el liberal Espartero. En 1837 las derrotas carlistas fueron continuas y don Carlos terminó yendo a Francia. Concluyó con el denominado convenio o abrazo de Vergara 1839, firmado por Espartero y Maroto, líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui. El carlismo permanecía con un elemento de posición latente y volvería a reaparecer en épocas sucesivas.

Evolución política. La implantación del Estado liberal. 1833-1840

La regencia de María Cristina duró exactamente lo que la Primera Guerra Carlista, intentando frenar el proceso de la implantación del liberalismo. Un grupo de políticos del liberalismo liderado por Cea Bermúdez se hizo cargo del gobierno. La regente María Cristina intentó contentar a los liberales con la promulgación de un estatuto real, preparado en 1834 por Martínez de la Rosa. En estas circunstancias se hizo volver a Juan Álvarez Mendizábal, un hombre de negocios vinculado al liberalismo exiliado en Londres, que asumió primero la cartera de Hacienda y después el cargo de ministro, con el objetivo de concentrar todos los esfuerzos para ganar la guerra.

En 1836 Mendizábal decide impulsar la ley de desamortización. Se logró un exilio relativo en la obtención de créditos y suministros y solo consiguió la adhesión de los ricos propietarios y el enfrentamiento con la Iglesia. Como consecuencia se produjeron los sucesos del palacio de La Granja, Mendizábal fue repuesto y se elaboró la Constitución de 1837. La división del liberalismo era patente: por un lado, los moderados que trataban de conjugar tradición y modernidad, soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. Y los progresistas, soberanía popular, que contaban con el apoyo de la Milicia Nacional y las clases medias de las ciudades. A lo largo de 1840 se organizaron Juntas Revolucionarias en las principales ciudades, las manifestaciones de las calles serán dirigidas por la Milicia Nacional y por los ayuntamientos progresistas. Este enfrentamiento acabó con la exclamación de Espartero, la anulación de la Ley Municipal y el exilio de la regente.

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