Personajes de La Casa de Bernarda Alba: Simbolismo, Rol y Caracterización Profunda
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En La Casa de Bernarda Alba, solo intervienen mujeres. Los personajes principales están dotados de nombres propios con un marcado carácter simbólico: Bernarda, Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela. Otros, en cambio, llevan nombres descriptivos (como la Criada, la Mendiga) o genéricos (Mujer 1.ª, 2.ª, 3.ª y 4.ª).
Además, se presentan las edades de los personajes, que oscilan entre los 80 años de María Josefa y los 20 de Adela, calculadas de acuerdo con su conducta. Lorca los caracteriza a través de diversos recursos:
- La opinión de los demás personajes.
- La autodefinición.
- El lenguaje que emplean.
- Los objetos que usan.
- Sus movimientos escénicos.
- El simbolismo de su propio nombre (en algunos casos, como se ha mencionado).
Bernarda
El nombre Bernarda, de origen germánico, significa “fuerza de oso”. Su apellido, Alba, proviene del latín albus, que significa “blanca”, aludiendo a su obsesión por la limpieza y las apariencias.
Bernarda representa la autoridad y el poder, cuya caracterización se construye indirectamente a través de los comentarios de otros personajes. Poncia y la Criada, por ejemplo, la describen con exclamaciones como «¡Mandona!» y «¡Dominante!». También resaltan su desmedida manía de limpieza y su exagerado orgullo de casta, evidenciando la omnipresente diferencia de clases desde el inicio de la obra.
Rasgos distintivos de Bernarda:
- Su aspecto: Viste de negro y porta un bastón, que es un claro signo de autoridad y un símbolo fálico. Este bastón es finalmente roto por Adela, un acto de rebelión. En una sociedad tradicional, el poder se asocia con el hombre; al quedar viuda, Bernarda asume este rol masculino.
- Sus primeras palabras: Son una rotunda orden dirigida a la Criada: «¡Silencio! […] Menos gritos y más obras. […] Vete.».
- Imposición del silencio: Emplea la imposición de silencio (mediante órdenes, prohibiciones, etc.) para iniciar y terminar su aparición en la obra.
- El luto riguroso: La orden más significativa e importante para la tensión dramática es la imposición a sus hijas de un riguroso luto de ocho años. La casa se convierte así en una cárcel para las cinco hermanas, quienes permanecen bajo el dominio absoluto de la madre. La obediencia de sus hijas y criadas se debe a su férrea voluntad, adaptando la realidad a sus deseos.
Bernarda encarna la autoridad, el respeto a las normas y las convenciones sociales y morales tradicionales. Su figura refleja una educación machista, el miedo al «qué dirán», la hipocresía con la que esconde la realidad para guardar las apariencias, la obsesión por la honra y su marcado clasismo, todo ello bajo la fachada de «la buena fachada». Es un personaje odiado y temido; su trato es frío y cortante.