La Peste Negra y el Origen de la Inquisición
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La Peste Negra
Asoló Europa a mediados del siglo XIV, en una sociedad que ya estaba en una fase regresiva. La peste ya había provocado epidemias en la Edad Media, pero en este caso influyó además su rápido avance y sus efectos letales. Llegó a Europa desde Asia, posiblemente desde un foco endémico chino, donde lo cogieron los mongoles, y desde donde lo propagaron hacia Asia Central (1138-1339). Los europeos se contagiaron en la colonia genovesa de Caffa (Crimea), en un ataque que les hicieron los mongoles, entre los que había soldados enfermos. Después se difundió a Occidente por marinos genoveses que viajaron a través del Mediterráneo. Empezó por Sicilia, luego Cerdeña y Córcega, y en 1348 el mal estaba en casi toda Italia, gran parte de Francia, y los territorios de la Corona de Aragón, y acabó por extenderse al resto de Europa.
Formas de la Peste
- Bubónica: aparición de bubones (inflamación de los ganglios linfáticos) en ingle, axilas o cuello.
- Pulmonar: que afectaba al aparato respiratorio.
- Septicémica: con hemorragias superficiales con placas de color negro azulado, que le da el nombre a la epidemia.
Afectó de forma irregular a las distintas regiones de Europa, pero se calcula que se perdió 1/3 de la población. Las epidemias renacieron en distintos momentos de la segunda mitad del siglo XIV, pero de forma menos fuerte, aunque los rebrotes epidémicos, junto con otros factores como las guerras en suelo francés, hicieron que en estos años se continuara el descenso poblacional.
El Origen de la Inquisición y las Órdenes Mendicantes
Se pone en marcha en relación directa con la represión de la herejía albigense, gestándose en los concilios de Verona (1184) y Avignon (1209), en los que se solicitó la ayuda de los señores laicos para combatir los movimientos heréticos y se crearon las comisiones parroquiales encargadas de denunciar a los herejes. El IV Concilio de Letrán (1215) exigió a los monarcas que combatiesen la herejía en sus dominios y el Tratado de París (1229) reguló el procedimiento de encuesta para detectar a los herejes y condenarlos a la hoguera si no se retractaban. Fue encargado al principio a los obispos de cada diócesis. El papa Gregorio IX (1232), para evitar diferencias en distintas circunscripciones, decidió encargarlas a los dominicos, orden de predicadores estrechamente ligada al papado, con sólida formación teológica e independientes del poder local.
Órdenes Mendicantes
Las Órdenes Mendicantes surgen a principios del siglo XIII como respuesta a las necesidades de una nueva espiritualidad, derivada, en buena parte, de la expansión del mundo urbano. Son protegidas desde el primer momento por el Papado. La primera en nacer será la Orden de Predicadores o Dominicos, en Toulouse (1215) bajo la regla de San Agustín. Su objetivo es la predicación y el estudio, partiendo del principio de la pobreza evangélica y la movilidad de sus miembros. La estructura organizativa estuvo fuertemente jerarquizada y centralizada, dirigida por el maestre general, cargo vitalicio (el primero Santo Domingo) y el capítulo general, que se reunía una vez al año. Por debajo estaban las “provincias”, regidas por un prior provincial elegido cada cuatro años. En los conventos, sus capítulos elegían al prior cada 3 años. Tuvo una expansión espectacular y, además de por su función religiosa y por su actividad en la Inquisición, destaca por el desarrollo del pensamiento y la vida intelectual de la época.
La Orden Franciscana
La Orden Franciscana, gestada en torno a San Francisco de Asís, se constituyó en orden (1233) cuando el papa Honorio III aprueba su regla definitiva, por la que se rigieron también las Clarisas (fundadas por Santa Clara) y la orden Tercera (seglares que querían vivir bajo el espíritu franciscano). Tiene una estructura similar a la de los dominicos, pero se distinguen por su vocación misionera y su ideal de pobreza (que originó disputas en su seno). Tuvo una expansión más espectacular que los dominicos. Otras órdenes importantes, pero de menor relieve, fueron las de las Carmelitas y los Agustinos.