La Piedad de Miguel Ángel en el Vaticano: Obra Maestra del Renacimiento

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La Piedad del Vaticano es un grupo escultórico en mármol, realizado por Miguel Ángel Buonarroti entre 1498 y 1499. Sus dimensiones son de 174 por 195 cm. Se encuentra en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Descripción de la Obra y su Simbolismo

Esta maravillosa obra es de bulto redondo, lo que significa que puede ser vista desde todos los ángulos, aunque su punto de vista principal es frontal. La Virgen, con numerosos pliegues en su vestimenta que se expanden con gracia, sostiene al Hijo muerto, quien, intencionadamente, aparenta mayor edad que la Madre, en una composición triangular sosegada y llena de ternura.

La juventud de la Virgen es una clara muestra del idealismo renacentista: se busca representar el ideal de belleza y juventud, una Virgen eternamente joven y bella. El artista había trabajado los dos últimos años en la realización de las figuras de la Virgen con el cuerpo de Cristo en sus rodillas y el meticuloso pulido de todos los detalles. Miguel Ángel, con los ojos del intelecto, percibe las formas encerradas en la piedra; en este caso, el dolor de una madre que tiene sobre sus rodillas a un hijo muerto. El resto es cuestión de técnica y paciencia hasta descubrir esas formas concretas.

La Firma de Miguel Ángel y las Armonías de Contraste

Cuando la obra fue finalizada y entregada, algunos pusieron en duda que hubiera sido Miguel Ángel el verdadero autor, debido a su juventud. Al enterarse, Buonarroti, en un arranque de furia, grabó con cincel su nombre en la escultura, siendo esta la única obra firmada del artista. En la cinta que cruza el pecho de la Virgen puede leerse: «Michael Angelus Bonarotus Florentinus faciebat» («Miguel Ángel Buonarroti, florentino, lo hizo»).

En esta escultura predominan las armonías de contraste. Se pueden identificar tres principales:

  • Primera armonía: Los ejes del cuerpo de Jesús (líneas quebradas) se contraponen con los pliegues curvilíneos y angulosos de los vestidos de la Virgen María.
  • Segunda armonía: El brazo derecho de Jesús cae inerte. Este se contrapone al brazo izquierdo de la Virgen, que está lleno de vida y conmiseración.
  • Tercera armonía: Los pliegues de la Virgen, con sus oquedades, forman contrastes de claroscuro. Estos se contraponen a las superficies claras y lisas del cuerpo de Jesús, expresadas en "sfumato".

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