Los Pilares de la Distopía Moderna: Huxley, Orwell y Bradbury en el Siglo XX

Los Tres Modelos Distópicos Clave del Siglo XX

Por distopía entendemos la descripción de una sociedad futura en la que se han desarrollado algunos de los rasgos que son sobrevalorados en la civilización actual. Lo que más destaca en estos relatos futuristas no es su carácter idealizador, sino que en las distopías el ser humano se halla ante un mundo en el que existen más adelantos, pero en el que se encuentra asfixiado por un estado despótico y una tecnología deshumanizadora.

A pesar de las diferencias entre utopía y distopía, ambas comparten una función esencial: servir de crítica a una sociedad que se centra en objetivos y valores superficiales. Los tres modelos que han tenido mayor relevancia son:

1. Aldous Huxley: *Un Mundo Feliz*

Huxley describe una sociedad destinada a conseguir la máxima felicidad de sus miembros. La manera más eficaz de que las personas se sometan al Estado es dominar a los individuos para que deseen hacer lo que deben hacer, es decir, que sean felices al cumplir su función. Para conseguirlo, el Estado utiliza la ingeniería genética y el condicionamiento.

Sin embargo, esta no es la felicidad propia del ser humano, pues es una felicidad conseguida mediante la anulación de la libertad, la autonomía y la capacidad de decisión del individuo. Esta felicidad es engañosa, equiparable a la felicidad del niño: inconsciente e ingenua.

2. George Orwell: *1984*

La obra de Orwell se caracteriza por el privilegio del Todo, del Estado, por encima de sus miembros. A diferencia del modelo de Huxley, la estabilidad no se alcanza mediante la felicidad artificial de los individuos. En este caso, son las técnicas más sofisticadas de control las que garantizan la estabilidad.

La Policía del Pensamiento se dedica a eliminar cualquier signo de oposición política, asegurando la sumisión total al régimen.

3. Ray Bradbury: *Fahrenheit 451*

Bradbury nos presenta una sociedad imaginaria en la cual los bomberos se dedican a quemar los libros, pues estos son considerados un peligro. La justificación es que, al leer, las personas empiezan a pensar en exceso y dejan de ser felices.

En realidad, el gobierno necesita de la ignorancia de la gente para evitar que se cuestione su forma de actuar y para mantener la producción constante.