La Pintura del Cinquecento: El Apogeo del Alto Renacimiento Italiano y Leonardo da Vinci

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La Pintura del Cinquecento: Cénit del Renacimiento Italiano

Características Generales

La pintura del Cinquecento (el período del Alto Renacimiento) se desarrolla fundamentalmente durante las primeras décadas del siglo XVI, principalmente en Roma, donde el Papa se convierte en el mayor mecenas. Los artistas comienzan a realizar un mejor manejo del color, perdiendo la primacía absoluta del dibujo y los contornos nítidos (con la notable excepción de la escuela florentina). La luz adquiere una nueva importancia, y con ella las sombras, utilizadas para modelar y dar dramatismo. Además, las formas son más redondeadas, buscando un volumen palpable, a menudo acentuado con recursos compositivos como un brazo en primer plano. La profundidad se consigue de forma más natural y los paisajes se enriquecen, viéndose favorecidos por el tratamiento luminoso. Por último, la composición suele ser clara y equilibrada, a menudo estructurada de forma triangular o piramidal, destacando claramente la figura o escena principal.

Grandes Maestros del Cinquecento

Destacamos a tres principales artistas que definieron este período, aunque aquí nos centraremos en el precursor:

Leonardo da Vinci (1452-1519)

Leonardo da Vinci encarna perfectamente el tránsito del Quattrocento al Cinquecento, considerándose así el arquetipo de hombre renacentista, ya que abarcaba múltiples disciplinas. Fue discípulo de Verrocchio, cultivó la escultura y la pintura, aunque se sentía especialmente pintor. Su gran aportación a la pintura es el sfumato (esfumado), técnica que consiste en prescindir de los contornos netos y envolverlo todo en una especie de niebla imprecisa, difuminando así los perfiles y creando una atmósfera misteriosa y enigmática. Tuvo muchísimos imitadores y ejerció una influencia fundamental para artistas posteriores de la talla de Rafael.

Obras Destacadas de Leonardo
  • La Virgen de las Rocas: Una de sus obras más conocidas, donde se muestra como un gran maestro de la composición triangular y del juego de luces y sombras (claroscuro). Además, es una de sus obras más paradigmáticas del sfumato, ya que sus figuras carecen de un perfil nítido, perdiendo sus límites en esa neblina característica.

  • La Gioconda (o Mona Lisa): Posiblemente el retrato más famoso del mundo. En esta pintura, el difuminado y el contraste de luces y sombras son asombrosos, logrando un sfumato perfecto que dota a la figura de una vida interior y una sonrisa enigmática. No menos admirables son el lejano paisaje y sus efectos lumínicos atmosféricos.

  • La Última Cena: Realizada en el refectorio de Santa Maria delle Grazie de Milán, es también una obra cumbre. Es un gran mural (a menudo erróneamente llamado fresco), actualmente en delicado estado de conservación debido a la técnica experimental empleada por Leonardo, que resultó poco duradera. Su composición es muy cuidada e introduce un nuevo sentido del equilibrio y la tensión dramática. Cristo, la figura principal, se encuentra en el centro geométrico y espiritual, iluminado tanto por la luz frontal como por la que emana simbólicamente del paisaje del fondo, y su gesto desencadena las reacciones de los apóstoles.

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