Platón y Nietzsche: Un Duelo Filosófico sobre Realidad, Conocimiento y Valores
Clasificado en Filosofía y ética
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Si tenemos que elegir un autor con el que comparar el pensamiento de Platón, no hay otro que haya planteado una oposición tan radical a sus planteamientos como la que le planteó Nietzsche en la segunda mitad del siglo XIX, tanto en su ontología y su epistemología, como en su teoría ética.
La Confrontación Filosófica: Platón vs. Nietzsche
1. La Concepción de la Realidad (Ontología)
Platón: Un Cosmos Ordenado y Jerárquico
Para Platón, la realidad es jerárquica y ordenada. El Bien, trascendente al ser y a la esencia, es la fuente última de toda realidad, orden y perfección. De él emanan el ser y la esencia a todas las demás Ideas. Las Ideas —y en su cúspide, el Bien— son lo auténticamente real, confiriendo ser a los seres sensibles, que no son sino un reflejo o copia imperfecta. Además, su concepción es estática: este mundo ideal, lo verdaderamente real, es eterno e inmutable.
Nietzsche: La Voluntad de Poder y el Devenir Constante
Para Nietzsche, por el contrario, lo único real es lo material, un escenario de fuerzas en constante pugna por alcanzar el límite de su poder. Admirador de Heráclito, quien afirmaba que “la guerra es el padre de todas las cosas” y que todo está en continuo cambio, Nietzsche postula que la realidad es pura Voluntad de Poder. No existe un orden ni una finalidad preestablecida, sino un universo de elementos que buscan imponer su fuerza, en continua transformación.
Así, frente al dualismo platónico, Nietzsche sostiene que la única realidad existente es la nuestra, la de lo cambiante, concreto y material. Mientras Platón considera el mundo de las Ideas como el mundo real y el mundo sensible como el mundo aparente, donde una Idea es más perfecta cuanto más general, Nietzsche invierte esta perspectiva. Para él, lo primero y único a nivel ontológico es lo particular, lo concreto, y solo la materia posee verdadera entidad. El “mundo verdadero” de Platón es, según Nietzsche, un “fantasma” creado por la razón, un delirio originado por el miedo a la vida y al devenir.
2. La Concepción del Conocimiento (Epistemología)
Platón: La Razón como Vía a la Verdad
Platón, heredero de Pitágoras y Parménides, defiende que solo la razón puede acceder a un conocimiento seguro y veraz.
Nietzsche: La Primacía de los Sentidos
Nietzsche, en cambio, es radical en la defensa del protagonismo de los sentidos. En El ocaso de los ídolos, afirma: “los Sentidos no mienten de ninguna manera”. Al mostrar el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos no engañan; es la razón la que falsea su testimonio.
3. La Existencia de Valores Absolutos y la Ética
Platón: Valores Universales e Inmutables
Platón cree en un Bien absoluto y una Belleza absoluta, independientes de toda subjetividad, que fundamentan los valores absolutos.
Nietzsche: La Transvaloración de los Valores
Para Nietzsche, no existen el Bien, la Belleza ni la Justicia; no hay valores o verdades absolutos. La proclamación de “Dios ha muerto” significa que no hay nada por encima de nosotros, y que nuestra tarea no es descubrir, sino crear los valores. Se abren así todos los horizontes para experimentar con valores y verdades. Como diría Ortega, la realidad radical es la vida. Por tanto, para Nietzsche, será verdad todo aquello que vaya a favor de la vida y falso lo que la limite o denigre.
Nietzsche se opone a la moral platónica, que, según él, ha invertido los valores, consagrando el alma y la razón como lo único valioso, y despreciando el cuerpo y todo lo que de él procede. Esta moral considera la vida una mera preparación para la muerte, negando la existencia de un alma inmortal.
4. La Naturaleza Humana y el Ideal del Superhombre
Debemos recuperar el respeto por nuestros instintos, por nuestras pasiones, el gusto por la vida y el goce de los placeres que esta nos ofrece. Vivir la vida —lo único que tenemos— como si cada instante se fuera a repetir eternamente, desarrollando al máximo todas nuestras potencialidades.
Esto implica aceptar que en nosotros coexisten lo apolíneo (la racionalidad) y lo dionisiaco (la intuición, la pasión, los instintos), y vivir asumiendo esa contradicción, sin amputar parte de lo que somos. Solo así alcanzaremos a ser ese ser más allá de lo que hasta ahora hemos sido, más allá del bien y del mal: el Superhombre.