La Poesía Española desde los Años 70 hasta la Actualidad
Clasificado en Español
Escrito el en español con un tamaño de 7,12 KB
LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE LOS AÑOS 70 A NUESTROS DÍAS: TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS REPRESENTATIVAS
A partir de los años 70, comienza un proceso de transformación en la sociedad española que finalizará con el regreso de la democracia en 1978. Este contexto histórico marcará profundamente la producción poética, dando lugar a nuevas tendencias y estéticas.
AÑOS 70: POESÍA CULTURALISTA
En esta década surge un movimiento estético innovador y experimental que supone una ruptura absoluta con las temáticas sociales o individualistas de las décadas anteriores. Esta nueva generación de poetas, nacidos durante la dictadura y viviendo en la nueva sociedad de consumo, no sentían la necesidad de convertir la poesía en comunicación social. Se les denominará novísimos, a raíz de la antología Nueve novísimos poetas españoles (1970), de José María Castellet.
Con esta antología se presentaba un nuevo modelo de poesía culturalista caracterizada por los siguientes rasgos:
- Elaboración del lenguaje literario: rechazan el prosaísmo de la poesía social y abordan una estética relacionada con lo lujoso, lo exótico y lo decadente.
- Finalidad lúdica de la poesía y ruptura experimental de la estructura rítmica de los poemas: rechazan el uso de la métrica tradicional, suprimen signos de puntuación y recurren al collage.
- Amplia formación intelectual y apertura a la cultura foránea: demuestran una gran erudición mediante la metaliteratura, introduciendo citas, referencias intertextuales o escribiendo variaciones de poemas reconocidos. Hacen referencias al cine, a la televisión, al cómic o a nuevas músicas como el jazz o el pop.
- Temáticas variadas: erotismo, consumismo, reflexiones sobre la propia poesía... Todos estos temas reflejan los nuevos modelos culturales.
Entre los novísimos cabe destacar a Pere Gimferrer (La muerte en Beverly Hills, 1968), Guillermo Carnero (El sueño de Escipión, 1971), Ana María Moix (Baladas del dulce Jim, 1969) y Leopoldo María Panero (Así se fundó Carnaby Street, 1970). Además, debemos tener en cuenta otras voces importantes con una acusada preocupación formal como el neobarroquismo de Antonio Carvajal (Tigres en el jardín, 1968), y el decadentismo neorromántico de Antonio Colinas (Preludios a una noche total, 1969).
DESDE LOS AÑOS 80 A LA ACTUALIDAD: POESÍA DE LA EXPERIENCIA
El excesivo formalismo de la poesía culturalista de los 70 provocó el rechazo de una nueva generación de poetas más comprometidos con la realidad. Surge así en los 80 la poesía de la experiencia, un movimiento que suponía un retorno al realismo, la vuelta al concepto de poesía como comunicación y una mayor presencia del humor, la ironía y los temas íntimos.
Esta corriente tiene su origen en Granada, cuando los poetas Álvaro Salvador, Javier Egea y Luis García Montero, auspiciados por el profesor Juan Carlos Rodríguez, escriben un manifiesto en reacción al culturalismo: La otra sentimentalidad (1983). Era una poesía próxima a planteamientos marxistas, con rasgos de la poesía social de los 50 junto al tono íntimo e irónico de los sesenta (Gil de Biedma, Ángel González), además de estar influidos por la obra de Antonio Machado, Rafael Alberti y Luis Cernuda.
Sus poemas desarrollan de forma narrativa una anécdota, recurriendo a un lenguaje coloquial y sencillo, que les sirve tanto para mostrar una visión desencantada de la vida y de la sociedad como para manifestar su compromiso social. En definitiva, una poesía realista que recuperaba la métrica, la tradición y la capacidad comunicativa.
Destacan autores como Luis García Montero, con obras como Diario cómplice (1987) o Completamente viernes (1998), Felipe Benítez Reyes, con Los vanos mundos (1989) o Sombras particulares (1992), Jon Juaristi, con Diario de un poeta recién cansado (1985) o Tiempo desapacible (1996), o Carlos Marzal. con El último de la fiesta (1987) o Metales pesados (2001).
En otras corrientes, encontramos a los poetas de Trieste, diferenciados por cuestión ideológica de la poesía de la experiencia. Sería el caso de Miguel D'Ors, con Curso superior de ignorancia (1987), poesía bastante irónica, o Andrés Trapiello, con La vida fácil (1985), que plantea una visión impresionista y simbólica de la realidad. Por otra parte, tendríamos a Julio Llamazares, que evoca la memoria colectiva con poesía épica y neorrural, en La lentitud de los bueyes (1997); o los poetas elegíacos José Gutiérrez, con Ofrenda en la memoria (1976), o Juan Lamillar, con Interiores (1986).
POESÍA NEOVANGUARDISTA
De manera paralela e incluso opuesta a la poesía de la experiencia, surgen diversas tendencias más experimentales. Esta corriente se aleja del enfoque comunicativo y cotidiano de la poesía de la experiencia, pero también rehúye del artificio cultural de los novísimos.
De entre las corrientes que se agrupan dentro de la poesía neovanguardista destacan:
- Neosurrealismo: composiciones apasionadas que emplean imágenes innovadoras y un lenguaje irracional. Es el caso de Blanca Andreu, con De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall (1981), o Fernando Beltrán, con Aquelarre en Madrid (1983).
- Poesía del silencio: heredera de la poesía pura de principios del siglo XX, se trata de una poesía abstracta, sugerente y libre de artificios formales. Destacan Antonio Gamoneda y José Ángel Valente, y que será seguida por poetas como Andrés Sánchez Robayna, en Fuego blanco (1992).
DISGREGACIÓN DE LAS ESTÉTICAS
Los autores mencionados anteriormente siguieron publicando hasta la actualidad, evolucionando hacia caminos más personales. Esto provoca que conforme más nos acerquemos a la actualidad, más diversidad de estilos y múltiples tendencias encontremos, casi rozando la individualidad poética que será defendida por la corriente de la poesía de la diferencia, que propugnaba la libertad creativa individual frente al carácter más oficial de la poesía de experiencia.
Por tanto, a partir de los años noventa, nos encontramos con una disgregación de estéticas y corrientes que solo nos permite recoger algunas tendencias y nombres propios: el neorrealismo o realismo sucio de autores como Roger Wolfe, Pablo García Casado o Karmelo C. Iribarren, la poesía de la conciencia del grupo poético Voces del extremo (Luis Muñoz o Álvaro García, entre otros), la poesía erótica femenina de autoras como Ana Rossetti o Aurora Luque, o, finalmente, nombres propios que desarrollan una poética particular, como es el caso de Jorge Riechmann, Vicente Gallego o Francisco Acuyo.