Poesía española de posguerra
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La Guerra Civil (1936-1939) supuso una ruptura en la evolución de la cultura española con relación a las corrientes europeas. España queda sumida en un profundo aislamiento tanto cultural como político. Se cierran las fronteras a toda influencia que se considere nociva para el orden político establecido por la Dictadura, y se instaura un fuerte aparato de control y censura de publicaciones. La Generación del 27, que se hallaba en plena madurez creativa, se deshace bruscamente. Federico García Lorca es fusilado durante la Guerra y Miguel Hernández muere en la cárcel al finalizar la contienda; otros poetas parten al exilio, y los que se quedan en España (Aleixandre, Dámaso Alonso) se convierten prácticamente en los únicos referentes para los jóvenes creadores de posguerra.
1. Años 40: Generación escindida
En los años 40 la mayoría de los intelectuales de la época se tuvieron que exiliar, ya que simpatizaban con el bando republicano. Estos escritores españoles en el exilio pertenecen a distintas generaciones y en su escritura se observan temas como la patria perdida, el recuerdo de la lucha y la derrota. Sus poemas se llenan de nostalgia, de recuerdos de infancia o del anhelo de regresar a España. Además del exilio de algunos escritores, la dictadura de Franco supone, para quienes se quedan en España, la división de la poesía en dos corrientes fundamentales: poesía arraigada y poesía desarraigada.
• Poesía arraigada
Se genera en torno a la revista Garcilaso (1943), por eso a los representantes de esta tendencia se les llama “los garcilasistas”. El modelo de estos poetas es Garcilaso y, en general, la poesía del Renacimiento. Sus temas son el amor, la familia, la fe católica, la contemplación del paisaje castellano. En el estilo valoran las formas clásicas y el lenguaje sobrio y equilibrado. Representantes de esta línea: Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero.
• Poesía desarraigada
Se genera principalmente en torno a la revista Espadaña (1944-1950). El punto de partida es la obra de Dámaso Alonso, Hijos de la ira (1944). Dámaso Alonso define a los poetas “desarraigados” como árboles arrancados de la tierra que sufren al no tener sustento. Se trata de una poesía realista. Los temas son la búsqueda existencial, la angustia dolorosa ante el paso del tiempo y la muerte. En cuanto al estilo, destaca la gran fuerza expresiva; el lenguaje es sencillo y de tono dramático. La forma métrica que predomina es el versículo. Representan esta tendencia: Dámaso Alonso, Carlos Bousoño.
2. Años 50: Poesía social
España se incorpora a organismos internacionales, como la ONU. Paralelamente, se dan cambios socioeconómicos, que se extienden hasta los años 60, y anuncian una débil apertura del régimen franquista. Se producen migraciones del campo a la ciudad, y este ambiente se va a reflejar en la literatura del momento. Hacia 1955 se consolida el «realismo social». De esa fecha datan dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. Es poesía de compromiso con la sociedad. Se pasa del enfoque individual al enfoque colectivo.
En cuanto a la temática, hay que destacar la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el deseo de libertad y de un mundo mejor. Es poesía que propone actitudes solidarias y de compromiso con los oprimidos y silenciados. El poeta entiende la poesía como conocimiento y como herramienta de transformación social. Estilísticamente se trata de poesía que emplea un lenguaje claro de tono coloquial. Tres figuras relevantes de este periodo son: José Hierro, Gabriel Celaya, Blas de Otero.