Poesía Española de Posguerra: Autores y Tendencias tras la Guerra Civil

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Introducción a la Poesía de Posguerra

La Guerra Civil provocó un trauma colectivo y supuso una ruptura entre el esplendor cultural del primer tercio del siglo XX y la ruina posterior. La censura franquista, el aislamiento internacional de la dictadura tras la derrota de los regímenes totalitarios en la II Guerra Mundial, la represión política y la ausencia de libertades esquilmaron la cultura española, que se polarizó en los años 40.

La Herencia del Grupo del 27

El enorme prestigio del Grupo del 27 supuso que autores algo más jóvenes o tardíos iniciaran su andadura editorial a la sombra de esta generación. Es el caso de Carmen Conde, la primera académica de la R.A.E, una de las escritoras de su generación más cercanas a Juan Ramón Jiménez. Su poesía, ya en la posguerra, adquiere tintes existencialistas, a menudo angustiados, y destaca por un marcado tono confesional e íntimo, en el que el erotismo, la falta de libertades y los conflictos asociados a la fe religiosa predominan. Destaca su obra más célebre, Mujer sin Edén (1947).

Miguel Hernández, poeta con gran facilidad para imitar y apasionado por aprender, comenzó su andadura demostrando en Perito en Lunas (1933) un sorprendente dominio de las formas clásicas y el lenguaje gongorino. Destacan también: El rayo que no cesa (1936), su segundo libro, poemario amoroso de desgarradora intensidad, en el que aún se encuentra dentro de formas clásicas como el soneto; Viento del pueblo (1937); El hombre acecha (1939), editado en 1981; y Cancionero y romancero de ausencias, donde se recogen sus últimos poemas, que muestran una exquisita sencillez y, de una manera muy original, los metros y el tono de la mejor poesía tradicional.

Ramón Gaya fue un escritor de obra poética breve pero de gran calidad.

La Poesía en España durante el Comienzo del Franquismo

La poesía, al igual que el resto de la sociedad, quedó dividida por la contienda. En líneas generales, los vencedores apoyaron a la denominada “poesía arraigada”, caracterizada por las estrofas clásicas, temas intemporales y una visión optimista del mundo. Destacan autores arraigados como Leopoldo Panero, con su obra Escrito a cada instante (1949), y Luis Rosales (Premio Cervantes en 1982).

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