La Poesía Latina de Horacio y Ovidio: Obras y Legado

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III. Horacio

a) Epodos

Los epodos son 17 composiciones. Por su contenido y su fecha de composición, son una obra de transición entre el género satírico y la poesía lírica, que va a llenar la etapa siguiente de la vida de Horacio. Sigue en ellas el modelo del griego Arquíloco, pero es menos duro y más variado. Así, algunos son claramente satíricos (contra una alcahueta, un nuevo rico, un antiguo esclavo,…) pero los hay también de tema amoroso, de banquetes y de vino, de tema cívico-moral, y una, la más famosa, es el Beatus ille (II), un precioso e inspirado canto a la vida rural imitado, entre otros, por Fray Luis de León.

b) Odas (Carmina)

Son 4 libros con alrededor de un centenar de odas. Horacio traslada al latín los temas y metros líricos griegos, sobre todo, de Alceo, Safo y Anacreonte. Antes había habido intentos, pero es Horacio el primero que traslada la lírica eolia griega en su conjunto. Los temas son muy variados: amores, banquetes, dedicaciones de templos, partida y regreso de un amigo,… Pueden dividirse en odas amorosas, filosóficas (la mayoría epicúreas y alguna estoica) y romanas (en las que alimenta el mismo sentimiento nacional y patriótico que Virgilio en la Eneida).

En la poesía lírica, Horacio es menos apasionado que Catulo. Nada más lejos de Horacio que los tumultuosos sentimientos de aquel. Sus mejores odas son las filosóficas, en las que, desarrollando dichas ideas estoicas y epicúreas, reflexiona sobre el inexorable paso del tiempo e invita a gozar de los pocos años que nos concede la vida (carpe diem, carm. I, 11) y nos muestra que la verdadera felicidad se halla no en la acumulación de riquezas y de poder, sino en conformarse con un suficiente pero modesto pasar, en una dorada medianía (aurea mediocritas, carm. II, 10).

La característica más notable del estilo horaciano es la concordancia perfecta entre el pensamiento y la expresión. Ningún poeta latino ha alcanzado tan altas cotas en la perfección formal. Es, con Virgilio, el más perfecto modelo poético de plasticidad.

IV. Ovidio

Obras de juventud: Elegía amorosa

a) Los Amores (Amores)

Son tres libros de elegías amorosas siguiendo el modelo de Tibulo y Propercio. Están dedicadas a una tal Corina, que parece ser un personaje ficticio para unos amores igualmente inventados, lo que hace que estos poemas resulten totalmente frívolos, careciendo de vida interior y profundidad de sentimientos.

b) Heroidas (Heroidum epistulae)

Una correspondencia en verso entre héroes y heroínas de leyenda. Entre Penélope y Ulises, Dido y Eneas, Ariadna y Teseo,… Estas cartas están llenas de erudición mitológica y de ornamentación retórica.

Obras del destierro: Poesía elegíaca dolorosa

En su destierro en la isla de Tomis, escribirá con dolorosa desesperación sus dos últimas obras, composiciones en dísticos elegíacos, en las que cuenta con amargura su situación y suplica su regreso a Roma:

  • Las Tristes (Tristia)
  • Las Pónticas (Epistulae ex Ponto)

Son frecuentes en ambas las adulaciones a Augusto para conseguir el perdón. La frívola superficialidad de sus primeras obras se ha convertido en estas últimas, nacidas del dolor, en expresión de sentimientos profundos. Con ellas surge la elegía en el sentido moderno del género: composición poética de lamento.

Ovidio, brillante e ingenioso pero superficial, marcó un giro en la literatura latina. Pertenecía todavía a la época clásica, pero anunciaba ya la edad barroca que iba a seguir, con exceso de retoricismo, falta de profundidad y primacía de lo superfluo sobre lo esencial.

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