La poesía lírica en Roma: Horacio
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La poesía lírica
El género lírico comprende composiciones poéticas que, en sus orígenes griegos, eran cantadas con lira (de ahí el nombre de lírica). Esta poesía tiene dos características: su carácter subjetivo, ya que el poeta expresa en ellas sus sentimientos, generalmente amorosos, y la utilización de gran número de metros variados.
La lírica se cultivó en Roma a partir de los últimos siglos de la República (II y I a.C.), en los que las perturbaciones sociales y políticas crearon un ambiente propicio para que los poetas abandonaran los grandes ideales patrióticos, ensalzados por la épica, y se volvieran a su interior para analizar y expresar los sentimientos por las cosas pequeñas de todos los días. En esta época surgen los que podrían ser considerados como los primeros poetas líricos: el círculo de Quinto Lutacio Cátulo. De ellos conservamos escasos fragmentos, pero sabemos que su poesía era de tema erótico y tenía una gran variedad de metros.
En el siglo I a.C. florece en Roma una corriente a la que Cicerón denomina de los poetas nuevos o neotéricos (poetae novi). Se caracterizan estos por su inclinación hacia la poesía griega y en particular la alejandrina, la cual, en poemas breves y muy cuidados, buscaba la belleza formal a través del empleo de recursos estilísticos, sobre todo métricos, de gran perfección artística.
Horacio (65-8 a.C)
Nació en Venusa, al sur de Italia. Su padre, liberto y recaudador de las subastas públicas, se preocupó por su educación, enviándole a estudiar a Roma y después a Atenas. Fue seguidor del partido republicano y tomó parte en la batalla de Filipos (42 a.C.). A través de Virgilio entró en el círculo de Mecenas, donde llegó a disfrutar del bienestar suficiente para poder dedicarse a la poesía sin problemas económicos.
La obra de Horacio comprende, siguiendo un orden cronológico, primero los Epodos (41-30 a. C.); después los tres primeros libros de Odas, el primer libro de las Sátiras (30-20 a.C.); y, finalmente, el segundo de las Sátiras, el Ars Poetica, el Carmen Saeculare y el cuarto libro de Odas (20-8 a.C.).
Las Odas
Las Odas constituyen la parte más propiamente lírica de su producción poética. Con la publicación de las Odas, Horacio realiza la gran ambición de dar a Roma la gran poesía lírica que no tenía todavía. Grecia le ofrecía los modelos, no ya la inspiración tumultuosa de Píndaro, que no se acomodaba a su naturaleza, sino la de Alceo y Safo, de los que toma las principales combinaciones estróficas, sin olvidar a otros líricos griegos.
El contenido de las Odas es variado: reflexiones filosóficas, episodios mitológicos, dedicatorias a amigos, incluso la actualidad política en las grandes Odas nacionales. Poesía de imitación, pero poesía original. Horacio ha dado las reglas precisas a los metros que adapta. Su técnica es el culto a la forma que le lleva a pulir con amor cada estrofa. Pero este trabajo no se traduce en artificiosidad: la expresión viva y sobria estimula a la imaginación porque Horacio es un poeta, un creador. Por su perfección artística y su tendencia a generalizar sus propios sentimientos, a sugerir una lección moral (epicureísmo), la Odas reúnen dos caracteres generalmente opuestos: lirismo y clasicismo.