Poesía y Narrativa Hispanoamericana: Posguerra a Finales del Siglo XX
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La Lírica Española de Posguerra a Finales de los Años 50
En el largo periodo que va desde la Guerra Civil hasta los años 70, se reconocen diferentes corrientes poéticas, muchas coincidentes en el tiempo.
Años 30
Se desarrolla una poesía centrada en la situación social del ser humano, en las injusticias y el dolor. Destaca la producción poética de Miguel Hernández.
Guerra Civil
Se cultivó, en ambos bandos, una poesía marcada por la exaltación ideológica y del combate.
Décadas de la Posguerra
El panorama lírico estuvo marcado por la contienda, que provocó el exilio de numerosos intelectuales y artistas (Cernuda, Salinas, Alberti...) y por la política cultural del régimen franquista, cuya actuación, dominada por la censura, condicionó la evolución de la poesía de la época.
Década de los 40
Dominan la creación, el neoclasicismo y el existencialismo. Los poetas garcilasistas cultivan al principio una poesía evasiva y después evolucionarán hacia otras propuestas: la vida cotidiana, ambiente religioso... A mediados de la época, surge una poesía preocupada por la situación del ser humano en la que se acentúan el dolor y la angustia. Por otro lado, se cultiva la lírica que enlaza con las vanguardias (grupo Cántico). Autores de esta etapa: Garcilaso, Aleixandre.
Década de los 50
Predomina la poesía social, crítica, caracterizada por la sencillez expresiva, presencia de lo narrativo y la intención apelativa con el fin de comunicarse con los lectores y desempeñar una función social. Autores: Blas de Otero, Gabriel Celaya.
Década de los 60
Aunque prosigue la estética del realismo social, a mediados de los 50 se empiezan a producir obras con una concepción distinta de la poesía, más interesada en lo individual y que pone énfasis en los aspectos lingüísticos y retóricos del poema. Ángel González, Jaime Gil de Biedma.
Literatura Hispanoamericana: Narrativa en la Segunda Mitad del Siglo XX
El desarrollo de la narrativa hispanoamericana en el siglo XX ha estado condicionado por el modo de entender y narrar los hechos históricos y las realidades sociopolíticas y culturales. En los años 20, las vanguardias generaron las primeras innovaciones que se alejaban del realismo tradicional. El influjo, además, de la narrativa europea y estadounidense, dio origen a la literatura moderna. Se distinguen dos grandes orientaciones: la realista y la innovadora, que llegó a su esplendor con las obras de la nueva narrativa.
El Realismo
En los primeros 30 años del siglo, prevalece el interés por la expresión de los rasgos específicos, políticos y sociales que tienen en cuenta diversas realidades: la del indígena, la de la población negra, el mestizaje y la heterogeneidad cultural. En esta etapa, domina el realismo fundado en la creencia de que es posible representar una realidad percibida como objetiva: el paisaje, el hombre, los conflictos sociales y políticos.
La Nueva Narrativa
La ruptura con el realismo tradicional implicó un cuestionamiento del mundo percibido como real y de la idea de verosimilitud. La obra de Borges y la influencia del surrealismo fueron determinantes en estos cambios. En los años cuarenta, se publicó una serie de obras que mostraban el cambio, pero su consagración no llegó hasta los 70. En la nueva narrativa, dominan dos tendencias: una que cultiva el realismo, renovado en sus aspectos narrativos y lingüísticos, y otra que desarrolla la fantasía, cuyas manifestaciones principales son el realismo mágico (incorpora elementos maravillosos) y el realismo fantástico (que introduce en la aparente normalidad lo inexplicable).
Últimas Tendencias
En los últimos años del siglo XX, se aprecia un distanciamiento de la complejidad estructural y lingüística, y del cuestionamiento de la realidad. Hay un regreso al realismo, un estilo más accesible al lector, la presencia del humor y la parodia, y la preferencia por el tema del amor; aunque también existe una corriente que continúa con el experimentalismo y el antirrealismo.