La Polis Aristotélica: Fundamentos de la Sociedad y la Ciudadanía
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La Polis Aristotélica: Fundamento de la Vida Política y la Felicidad Humana
Para Aristóteles, la polis (ciudad-estado) es la comunidad por excelencia, un ente natural y no una creación artificial. Es algo que pertenece a la naturaleza misma del hombre, quien es por esencia un politikon (animal político o ciudadano). Los seres humanos somos sociales y estamos destinados a vivir en comunidad con otros.
La Polis como Camino hacia la Perfección y la Felicidad
El hombre tiene una tendencia inherente a lograr su propia perfección. Sin embargo, esta no puede alcanzarse de forma aislada o en solitario. La felicidad y el bien supremo del individuo solo son posibles dentro de la polis. Vivimos en la polis precisamente para ser felices y desarrollar nuestro potencial plenamente.
La polis surge de la unión de un conjunto autosuficiente de aldeas y es el resultado directo de las necesidades humanas. Su existencia es, por tanto, natural. La casa y la aldea son los cimientos que, al unirse, dan lugar a la estructura compleja de la polis.
Lenguaje y Convivencia Política: La Esencia Humana
Una distinción fundamental entre humanos y animales radica en la capacidad lingüística. Mientras los animales poseen phoné (voz) para expresar placer y dolor, los hombres tienen la capacidad de hablar. Esta facultad les permite comunicarse sobre lo justo y lo injusto, lo conveniente y lo perjudicial, y llegar a acuerdos sobre estas cuestiones vitales.
La capacidad lingüística del hombre solo encuentra su uso y función adecuados en la convivencia política, en la vida de la polis. El ser humano está intrínsecamente hecho para vivir en ella; ser miembro de la polis, al igual que hablar o tener ojos, es parte de la naturaleza humana. Los hombres aspiran a vivir del mejor modo posible y a convivir, y la polis existe para posibilitar esta vida plena de convivencia.
Estructura y Justicia en la Polis
La polis es concebida como una unidad orgánica, estructurada en distintas clases sociales cuyas funciones están integradas para el bien común. La unidad de la polis se fundamenta en su constitución de lo justo y de lo injusto.
La politeia (constitución) es el alma de la ciudad. Cuando la constitución cambia, la ciudad misma se transforma en otra. Una polis es, por definición, autosuficiente (vive en autarquía) y está dotada de una constitución que rige su vida.
Ciudadanía y Exclusión en la Visión Aristotélica
Aunque la felicidad es el fin último del Estado, Aristóteles sostiene que no es alcanzable para todos sus habitantes. Solamente los ciudadanos libres, aquellos que no son esclavos, pueden aspirar a ella plenamente.
En la ciudad aristotélica, no todos son iguales. Mujeres, esclavos, obreros, entre otros, son considerados elementos subordinados. La justicia, según Aristóteles, consiste en la igualdad, pero no para todos, sino exclusivamente para los iguales.
Aristóteles no concede el derecho de ciudadanía a todos. Excluye explícitamente a:
- Los esclavos
- Las mujeres
- Los artesanos, labradores y mercaderes
De hecho, recalca que es preferible que los esclavos permanezcan en su condición. Solo quienes no trabajan son considerados ciudadanos en sentido estricto. Aquellos que eran obreros y se dedicaban a trabajar, aunque vivieran en la ciudad, no tenían derecho a la ciudadanía plena.