Positivismo de Comte, Evolucionismo de Darwin y la Visión de Nietzsche sobre el Superhombre

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El Positivismo de Augusto Comte

El fundador del positivismo fue Augusto Comte. Comte pretende limitar el conocimiento científico al terreno positivo, o lo que es lo mismo, a los contenidos de la pura experiencia y observación. Comte es el heredero del empirismo inglés y de la Ilustración francesa.

La Ley de los Tres Estadios

Su ley de los tres estadios afirma que el desarrollo de la humanidad pasa por un estadio teológico, otro metafísico y un tercero positivo. El hombre empieza por explicar los fenómenos de la naturaleza como producto de unas fuerzas sobrenaturales que reciben un culto religioso. Después, intenta explicar el mundo de un modo especulativo a través de esencias y leyes metafísicas. Finalmente, el pensamiento se adentra en el estadio positivo, en el que supera los prejuicios religiosos y metafísicos y se limita a la investigación científico-positiva del mundo, llegando así por primera vez a un conocimiento puramente objetivo de la realidad.

El Evolucionismo de Darwin y la Crítica de Nietzsche

En esta atmósfera espiritual aparece la teoría evolucionista, defendida por Charles Darwin, que conduce a una nueva revolución de la imagen del hombre. Ciertamente, la idea de una evolución continua no era del todo nueva. Sus inicios se encuentran ya en la primitiva filosofía griega. La idea evolucionista es también corriente en la teología patrística. Por el contrario, la imagen de una inmutabilidad de las especies deriva filosóficamente de la doctrina platónica de las ideas, al tiempo que teológicamente se vincula a la exposición literal del relato bíblico de la creación.

Lamarck y la Adaptación al Ambiente

Lamarck defendió una teoría científico-naturalista de la evolución. Explica la aparición de nuevas especies por una adaptación a las condiciones ambientales y por la herencia de las características de adaptación alcanzadas por algunos individuos.

Nietzsche y el Superhombre

Nietzsche ve en el hombre el producto de una evolución. Esta evolución, sin embargo, todavía no ha logrado su objetivo, sino que ha de llevar al hombre hasta el superhombre. Simultáneamente, Nietzsche ejercita una dura crítica contra Darwin por el hecho de que la evolución no puede realizarse de una forma necesaria mediante una selección puramente mecánica, sino que se realiza en exclusiva por la libre competencia entre los individuos, en una voluntad de poder. La selección natural no conduce al desarrollo del superior y del mejor, sino que fomenta también lo mediocre y lo defectuoso, que es preciso superar. De tal modo que el superhombre, tan apasionadamente proclamado por Nietzsche, no es el producto de un proceso mecánico de la naturaleza; solo puede ser un producto de la libertad humana.

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