Postimpresionismo: Gauguin y Van Gogh

Clasificado en Plástica y Educación Artística

Escrito el en español con un tamaño de 2,86 KB

Postimpresionismo

Paul Gauguin (1848-1903)

Paul Gauguin fue un artista postimpresionista que buscó la evasión de la sociedad industrial y la recuperación de la ingenuidad y el primitivismo, lo que él denominaba “el misterio del alma”. Ya en sus primeros cuadros, pone el acento en el mundo interior, utilizando una técnica decorativa que recuerda los esmaltes y las vidrieras. Las figuras y los paisajes tienen contornos de líneas negras, rellenando luego los espacios con manchas planas de color. Un ejemplo es La visión después del sermón: Jacob luchando con el ángel.

Retrata la civilización sin contaminar de los indígenas, sus playas, casas y selvas. De esta época destacan sus cuadros: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?

Muchos lo consideran el testamento artístico de la obra de Gauguin, ya que es una síntesis de sus temas y su forma de entender la pintura con un simbolismo muy evidente. Puede interpretarse como una metáfora del paso del tiempo y de la vida, desde la infancia a la vejez y la muerte, pero también como un contraste entre naturaleza y razón. Algunos críticos asocian la pintura y las figuras representadas con los frescos de los palacios renacentistas. Gauguin incluye muchas figuras que ya había representado antes, por ejemplo en Mahana no atua o El día de Dios.

Vincent Van Gogh (1853-1890)

Vincent Van Gogh solo vivió treinta y siete años y solo los nueve últimos los pasó dedicado a la pintura. Tuvo una existencia difícil y desequilibrada. Acabó suicidándose de un disparo en el pecho y dejó tras de sí una obra inmensa (879 cuadros) y muy rica. En vida, vendió un único lienzo, pero en las últimas décadas, sus cuadros han batido todos los récords en las subastas. En 1956, el director Vincente Minnelli realizó una película, El loco del pelo rojo, que lo dio a conocer y lo convirtió en un personaje muy popular.

Se interesa por los temas de contenido social, que cultiva con cuadros sombríos de tonos oscuros y grises. Buen ejemplo: Los comedores de patatas.

En 1886, fija su residencia en París, donde alegra los temas de sus cuadros. Theo le presenta a los impresionistas y aprende de ellos la pintura colorista y clara, aunque decide no seguir esa escuela de forma exclusiva sino fijarse también en otros modelos: Rubens, Delacroix y las estampas japonesas.

Los dos últimos años los pasa en el sur de Francia, donde alcanza la madurez como artista, aunque tiene que ingresar varias veces en hospitales psiquiátricos. Su estilo de este periodo se define por la línea firme de los japoneses y el color como inspirador de la emoción. Como obras principales de esta última etapa, podemos citar:

  • La noche estrellada
  • Los girasoles
  • La casa de Arlés

Entradas relacionadas: