De la precariedad a la precarización: Gobernanza en la Modernidad Tardía

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De la precariedad a la precarización como forma de gobernanza

La precariedad en la modernidad clásica

En el contexto de la modernidad clásica, la precariedad es concebida como efecto de la propia vida social, del miedo de todos respecto a todos. Con el fin de gestionar esta experiencia de precariedad, surge un imaginario social que dibuja un horizonte de seguridad, de protección ante la vulnerabilidad, el riesgo y la precariedad.

La normalización de la precariedad en la actualidad

En el momento actual, asistimos a la disolución de este imaginario bajo la normalización de la precariedad. La precariedad, inseguridad y vulnerabilidad dejan de ser fenómenos marginales para normalizarse hasta ocupar el centro de la definición social. En el actual contexto de crisis, la gestión de la precariedad ontológica adquiere un matiz propio que podemos denominar «política de precarización».

La política de precarización

Esta nueva forma de regulación social incluye dos dimensiones:

  • Una forma de gobernanza basada en políticas y medidas destinadas a consolidar la incertidumbre como condición/experiencia normalizada.
  • Un modo de control y regulación basado en la interiorización de la incertidumbre como principio de definición subjetiva, como principio de subjetivación.

El resultado de ambos procesos es la emergencia de una nueva gramática social configurada en torno a la violencia estructural que padece la población.

Pilares de la nueva gramática social

Los dos pilares que sustentan esta gramática social son:

  1. La privatización de lo social

    Alude al proceso en virtud del cual el poder de determinar su contenido acaba recayendo en manos privadas, de modo tal que lo que, en el contexto del Estado de bienestar y la bonanza económica, era exigible al Estado pasa a ser considerado un producto gestionado por empresas privadas y solo podrá ser adquirido por quienes tengan capital para ello. Esta privatización de derechos tiene una doble dimensión:

    • Por un lado, asistimos a la mercantilización de la asistencia perceptible en la externalización de servicios a empresas privadas y en la proliferación de relaciones de clientelismo.
    • Por otro lado, asistimos a un cambio en la concepción de la solidaridad y la atención social. Esta resignificación implica que «es la Sociedad la que tiene que procurarse su propio bienestar». De este modo, las respuestas a la cuestión social, a los problemas sociales, ya no dependen de la intervención activa del Estado, sino de ciudadanos con capacidad para organizarse y gestionarlas, de modo tal que el término Estado deja su lugar al término Sociedad y las políticas sociales devuelven la atención social de las personas y grupos que necesitan ayuda.

    En este proceso no solo se transfieren responsabilidades y obligaciones, sino que la propia idea de atención social se reformula, pasando de ser concebida como deber de justicia a ser entendida y ejercida como deber moral. Algunos denominan refilantropización o neofilantropía a esta nueva definición. En cualquier caso, esta reformulación exige una reflexión y posicionamiento por parte del trabajador social.

  2. La psicologización de la vulnerabilidad/incertidumbre/precariedad

    Es la consecuencia esperada de una desocialización y despolitización crecientes de la interpretación de la cuestión social en clave de un individualismo creciente al sostener la tesis sobre el desarrollo de un potente proceso de individualización.

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