La Prensa Periódica en la España del Siglo XVIII: Cultura, Ilustración y Censura

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La prensa periódica emergió como un motor fundamental de la cultura en el siglo XVIII español, contribuyendo decisivamente a la difusión de las nuevas ideas ilustradas. No obstante, también existieron publicaciones que defendían las ideas tradicionales. Este periodo marcó el inicio de una estrecha relación entre la prensa y la literatura.

Orígenes y Evolución de la Prensa Dieciochesca

Entre las primeras publicaciones destacadas de la época se encuentran el Diario de los Literatos (1737), El Pensador y El Censor. Sin embargo, la proliferación de estos medios fue rápidamente contenida. A raíz de una ley que suprimió la mayoría de los periódicos en España, solo se permitió la publicación de periódicos oficiales, como La Gaceta y el Diario de Madrid.

Los creadores de estos periódicos pronto se dieron cuenta del importante papel que la prensa desempeñaba. Publicaciones como El Memorial Literario reconocieron la existencia de prensa fuera de España y percibieron los progresos de la literatura. Anteriormente, el libro era el principal vehículo literario; ahora, el periódico se erigía como una plataforma de uso comunicativo.

Inicialmente, la prensa ofrecía información general. Posteriormente, en la segunda mitad del siglo XVIII, surgió una prensa especializada en información cultural, que abarcaba temas de cultura y literatura. Cabe destacar que el primer periódico de información general en España fue La Gazeta de Madrid, fundado en 1667, sentando un precedente para el desarrollo posterior.

El objetivo primordial de la prensa era reflejar la actualidad de los hechos; no interesaba tanto lo ya sucedido como lo reciente y los progresos. Su criterio fundamental era, por tanto, la actualidad. Existía prensa tanto de carácter general como especializada en temas científicos, económicos, entre otros.

Francisco Mariano Nifo fue el primer periodista que escribió en periódicos, y su figura fue clave en la configuración moderna del oficio periodístico dentro del movimiento literario de la segunda mitad del siglo XVIII.

Impacto Cultural y Social de la Prensa

En 1785, durante el reinado de Carlos III, se aprobó una ley que, si bien regulaba la censura, también permitió publicitar la producción literaria española. Además, el periódico introdujo un espacio para el escritor, quien así sabía que su obra llegaría al público de forma directa e inmediata. Esto amplió el horizonte intelectual del lector, y el público se convirtió en una comunidad, formando una verdadera sociedad de lectores.

El periódico fue crucial para dar fe de la cultura del país. Para cualquier persona relacionada con el ámbito de las letras, era sabido que se debía acudir a la prensa para conocer la producción popular. El periódico fomentó la unidad cultural entre los países.

Inicialmente, las publicaciones estaban dirigidas a quienes les interesaba conocer los conflictos bélicos. Posteriormente, comenzó a surgir una comunidad interesada más por el sector intelectual que por la información general. También apareció una prensa con temas de información local, y fue de gran interés la prensa crítica, que utilizó el ensayo y difundió un periodismo de ideas con propuestas regeneracionistas. Existió un deseo palpable de elevar el nivel cultural y social de la nación.

El periódico El Censor, por ejemplo, recogió una reflexión sobre sí mismo, presentándose como un medio para entender "las luces", útil para muchos, de corto volumen y variedad de asuntos. Era comúnmente leído en tertulias, lo que subraya su impacto social.

Regulación y Censura de la Prensa Dieciochesca

Determinados sectores vieron la prensa como peligrosa, lo que llevó a un estricto control. El control de la prensa siguió una serie de leyes, al igual que el de los libros. Se creó una ley específica para la prensa a finales del siglo XVIII. En muchos casos, hubo una notable influencia eclesiástica en este proceso.

El proyecto editorial pasaba al Consejo de Castilla, que creó un Juzgado de Imprentas. En 1763, surgió una normativa que dictaminó que estos periódicos fueran censurados por uno o dos censores populares. Más tarde, cada publicación tuvo su censor particular. Posteriormente, se exigió cotejar el impreso con el número de registro que llevaba ese mismo impreso, un mecanismo de control adicional.

A finales del siglo XVIII, en 1785, se aprobó una ley para la prensa, obra de Carlos III. Era una ley restrictiva, pero regulaba elementos que suavizaban la censura, especialmente en relación con el periódico El Censor, muy unido a la figura del monarca. Cuando el censor dictaminaba que el periódico podía salir, ya no volvía al Juzgado de Imprenta. Lo que se censuraba principalmente era el ataque a la moral, a la religión y al rey.

Sin embargo, a raíz de la Revolución Francesa de 1789, hubo un endurecimiento total de la censura. En 1791, se prohibieron todos los periódicos, excepto el Diario de Madrid y otros oficiales o semioficiales como La Gaceta y Mercurio, marcando un retroceso significativo en la libertad de prensa.

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