El Primer Franquismo: Autarquía Económica y la Alianza con la Iglesia en España
La Autarquía Económica en el Primer Franquismo
El primer franquismo incidió intensamente en el terreno económico, recurriendo a una política autárquica que benefició la acumulación capitalista privada. Se pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento del exterior y de la sustitución del mercado por la intervención generalizada de la Administración.
El resultado de esta política fue el bloqueo del crecimiento económico, la reducción de la competitividad y el desaprovechamiento de una coyuntura económica internacional favorable. Al terminar la Guerra Civil, se inició el proceso de reconstrucción material del país. El abastecimiento de la población se vio dificultado y, además, se tuvieron que afrontar malas cosechas, lo que impuso el racionamiento y propició la aparición del mercado negro.
Ejes de la Política Autárquica
La política industrial trataba de paliar las destrucciones de la guerra. La dificultad para abastecerse de materias primas obligó al Estado a tomar la iniciativa, dando origen al INI (Instituto Nacional de Industria), financiado por capital público.
La autarquía se articuló en dos grandes ejes de actuación:
- Fomento Industrial: Orientado hacia actividades de interés militar. El principal objetivo era alcanzar un poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del Nuevo Estado. La actuación se centró en impulsar las industrias de bienes de equipo, que recibieron una importante y continuada ayuda pública. Esto generó un gran gasto público con efectos inflacionistas muy significativos.
- Reglamentación de Relaciones Económicas Exteriores: Control estricto sobre el comercio y las finanzas internacionales.
La Iglesia y el Régimen de Franco: Una Alianza Fundamental
La Iglesia fue uno de los pilares fundamentales del régimen de Franco, manteniendo una postura de inequívoca alianza con la dictadura. Franco se presentaba a sí mismo como un personaje providencial, el elegido por Dios para salvar a la patria; para él, catolicismo y patria eran sinónimos.
De este modo, la Iglesia se plegó a la política franquista. Tanto la Iglesia española como la de Roma desaprovecharon la oportunidad de contribuir a la reconciliación nacional y al perdón entre los españoles, especialmente en el trato a los vencidos.
Internamente, la Iglesia se dividió en dos corrientes principales: los integristas y aquellos que se aproximaban al mundo obrero. Con el tiempo, la propia Iglesia realizó su propia transición interna.