Principio de Felicidad de Stuart Mill: Maximizando el Placer y Minimizando el Dolor

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El Principio de Felicidad en la Filosofía de Stuart Mill

Ideas Principales

En este texto, Stuart Mill, pensador inglés del siglo XIX, aborda como tema principal el principio de felicidad. Se pueden destacar tres ideas generales:

  • Enunciado del Principio de Felicidad: Mill expone que el objetivo de los seres humanos es maximizar el placer y minimizar el dolor.
  • Concepción del Placer: Aclara que existen dos tipos de placeres: los inferiores y los superiores. Los superiores deben ser elegidos por personas con educación, a quienes él denomina "jueces competentes".
  • Aplicación a la Moral: Finalmente, aplica el principio general a la moral, afirmando que la moral está compuesta por aquellas reglas que aseguran la felicidad para los seres humanos.

Conceptos Clave

a) Cantidad: Se refiere a las características numéricas del placer, como la duración y la intensidad.

b) Calidad: Son las características de los placeres que hacen que unos sean superiores (los de la mente) y otros inferiores (los del cuerpo).

Stuart Mill y el Utilitarismo

Stuart Mill desarrolló su filosofía tomando como criterio moral el principio de felicidad. Sostenía que la corrección o incorrección de un acto depende de las consecuencias que este pueda tener respecto a la felicidad de todos, y no solo de uno mismo (consecuencialismo). Mill tenía un objetivo claro: construir una sociedad justa, con el mínimo de desigualdades, para así reformar a la colectividad inglesa.

Para comprender mejor su pensamiento, es importante destacar que Mill es un utilitarista. Defiende que los actos deben ser juzgados según sus consecuencias. El utilitarismo es una forma de consecuencialismo, ya que ambas corrientes consideran que un hecho será correcto si tiene buenas consecuencias. Lo bueno y valioso se relaciona con la felicidad, mientras que lo malo se asocia con la infelicidad.

En contraste, la ética deontológica no es consecuencialista. Esta sostiene que la ética debe basarse en el deber, sin considerar las consecuencias, sean buenas o malas. Su máximo exponente es Kant. Un ejemplo práctico de la ética deontológica sería el no mentir, ya que mentir es intrínsecamente malo según Kant. En cambio, para Mill, en determinadas situaciones, no importaría mentir si con ello se maximiza la felicidad.

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