El Proceso Desamortizador en España: Historia y Consecuencias
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La Doble Desamortización Eclesiástica y Civil
La desamortización en España fue un proceso de liberalización de tierras que estaban en manos de la Iglesia, la nobleza, el Estado y los municipios. Estas propiedades no podían dividirse, venderse ni donarse, lo que dificultaba su explotación eficiente. Para fomentar una economía capitalista y mejorar el rendimiento agrícola, se impulsó la desamortización, que convirtió esas tierras en propiedad privada y libre.
Antecedentes
Los ilustrados españoles consideraban que la vinculación de las tierras y las "manos muertas" impedían el crecimiento económico. Sin embargo, la desamortización no se planteó seriamente hasta que el Estado se enfrentó a graves problemas financieros. En 1798, durante el gobierno de Carlos IV, se inició la primera desamortización de bienes eclesiásticos para hacer frente a la deuda pública, incluyendo propiedades de hospicios, casas de misericordia y la Compañía de Jesús. También hubo un intento de desamortización durante el reinado de José I Bonaparte y las Cortes de Cádiz (1812-1813), pero estos procesos fueron limitados y quedaron interrumpidos en 1814 con el regreso de Fernando VII. En todos los casos, la desamortización fue una medida fiscal, no una reforma.
La Desamortización Eclesiástica
Durante las regencias de María Cristina y Espartero recibió su impulso definitivo la obra desamortizadora orientada prioritariamente hacia el enorme patrimonio del clero (conventual primero, secular después). Pero estas medidas desamortizadoras no conllevaron las necesarias reformas agraria y de la Iglesia.
Desamortización de Mendizábal
La Desamortización de Mendizábal, realizada entre 1836 y 1837, fue una serie de leyes destinadas a liberar bienes del clero regular y secular para solventar los problemas económicos del Estado, especialmente durante la Guerra Carlista. Su objetivo era resolver la deuda pública, realizar una reforma agraria, reformar la Iglesia y ampliar la base social del régimen liberal. Los bienes del clero fueron declarados propiedad nacional y vendidos en subasta pública, con la esperanza de que los agricultores medios adquirieran las tierras. Sin embargo, el proceso no cumplió sus objetivos. Fracasó en la reforma agraria y en mejorar la Hacienda Pública, además de enfrentar la oposición de la Iglesia, el campesinado, los sectores liberales y el grupo ilustrado. Aunque los ingresos fueron menores de lo esperado, la venta de bienes permitió seguir emitiendo deuda.
Desamortización de Espartero
Durante la regencia de Espartero (1840-1843), se continuó el proceso desamortizador iniciado por Mendizábal. En 1841, se aprobó una nueva ley que afectaba a los inmuebles y tierras del clero secular en las ciudades, las cuales fueron declaradas "bienes nacionales" y vendidas en subasta. Esto permitió que grupos financieros adquirieran propiedades, aprovechando la alta demanda de viviendas debido a la inmigración. Además, se inició una contribución estatal para cubrir las necesidades de la Iglesia. La ley estuvo en vigor solo tres años, ya que su paralización se produjo con la caída del partido progresista y la llegada de Narváez al poder. La desamortización se completó finalmente en el Bienio Progresista (1854-1856).
La Desamortización Civil: Madoz, 1855
La Ley General de Desamortización de 1855, impulsada por Madoz, amplió el proceso iniciado por Mendizábal. Su objetivo era finalizar la venta de los bienes del clero, además de autorizar la enajenación de propiedades de los ayuntamientos, como bienes comunes, del Estado y de las Órdenes Militares. Los ingresos obtenidos se destinarían a reducir la deuda pública, equilibrar el presupuesto y financiar obras públicas, especialmente el ferrocarril. A pesar de la fuerte oposición del partido moderado y de Isabel II, la ley fue aprobada, aunque provocó graves perjuicios a los municipios y sectores rurales. La ley tuvo un gran volumen de ventas, pero el acceso a estas propiedades fue limitado para los campesinos más pobres. Su impacto en la sociedad española fue significativo, aunque la desamortización de Mendizábal recibió más atención en la historiografía.
Consecuencias del Doble Proceso Desamortizador
El proceso de desamortización no logró repartir tierras entre los más desfavorecidos, ya que no hubo una reforma agraria. Su principal objetivo era obtener dinero para las arcas del Estado. A largo plazo, contribuyó al aumento de la producción agrícola al expandir las tierras cultivadas y mejorar la infraestructura. Sin embargo, generó un proletariado agrícola de más de dos millones de campesinos sin tierra, mientras que surgía una nueva burguesía terrateniente. La desigual distribución de la propiedad se acentuó, y el pequeño campesinado sufrió. La desamortización también provocó la pérdida de valioso patrimonio artístico y cultural, con obras vendidas a precios bajos y exportadas. En las ciudades, la venta de propiedades urbanas transformó el modelo urbano hacia una ciudad burguesa con nuevos edificios y grandes avenidas, pero también provocó el abandono y destrucción de muchos edificios históricos. La cuestión agraria, sin solución durante este período, continuó siendo un tema de conflicto hasta la II República.